Las forjas de las Minas de Mitrilo estaban al máximo de su rendimiento.
Después de limpiar las amplias salas de los habitantes que durante décadas habían sido dueños de aquellas minas y que de la noche a la mañana habían sido arrasadas por oleadas de enanos furiosos y ansiosos de retomar sus artes de creación al mas alto nivel.
Los exploradores enanos habían sabido de la aparición de Glorbaug desde el mismo momento de la invocación, no hay montaña que los experimentados enanos no tuvieran conectada con su amplia red subterránea de túneles. El día en que vieron la concentración de drows y orcos en la Forja de los Dioses, la nueva zona de donde sacaban recursos valiosos, no les quitaron ojo. Después de la masacre sufrida por los drow en aquella montaña, pudieron salvar en cierto modo a los que habían conseguido huir. Aunque ellos no lo sabían, los enanos habían ido derrumbando algunos de los túneles para que las llamaradas del Balor no les alcanzasen. Al igual que las tropas de elfos y humanos que se dirigían hacia Aden o que se encontraban ya en la ciudad y fueron arrasadas por el cruel demonio. Arrastraron a los heridos a las profundidades de las montañas y mostraron el camino a los que todavía estaban lo suficientemente cuerdos como para darse cuenta de que los menudos y rudos enanos les estaban ayudando.
Ahora se concentraban en preparar, lo mas rápidamente que podían, todo lo que necesitaban para la única opción de parar al tremendo demonio. Era un trabajo duro, todos los grandes artesanos de Eria se encontraban en pleno frenesí, trabajando mano a mano, martillo a martillo para crear las piezas perfectas. Los exploradores enanos habían estado sacando de las minas mas profundas el mejor mitrilo que existía en estas tierras, para que sus hermanos pudieran hacer la creación perfecta.
Tres semanas prácticamente, si descanso, estuvieron los enanos trabajando arduamente, hasta completar cada una de las centenares de piezas que necesitaban. Una vez todas bien empaquetadas y preparadas para el transporte, salieron de Elmore por los múltiples túneles en dirección al Laboratorio Arcaico, una zona que antaño los enanos habían usado para sus experimentos de dar vida a sus maquinas. Ahí se encontraban los tres dioses enanos, Lorkril, Tharon y Saruk, los cuales estaban preparando, junto a otro centenar de enanos, los rituales de encantamiento que llevarían acabo en un par de días.
En varias ocasiones Glorbaug había rondado cerca de su posición, pero los siempre atentos enanos se resguardaban en sus túneles antes que que el demonio se diera cuenta de que estaban ahí. Por muy grande y poderoso que fuera, no podía atravesar el duro suelo, era el lugar mas seguro de Eria en estos momentos de desolación.
Por fin llego el día, todo estaba preparado, se habían pasado la ultima noche colocando en los lugares específicos todos los objetos que habían estado creando durante semanas. A simple vista parecía una cantidad de trozos de mitrilo repartidos por el suelo sin sentido alguno, pero para cualquier enano esto era mucho mas que eso, era el súmmum de de la creación, lo mas alto a lo que se podía aspirar. Todos habían sido participes de ello, pero sentían especial respeto por sus dioses, los cuales iban a dar algo mas que semanas de trabajo en las forjas por salvar las tierras bajo las que habían habitado durante siglos. Muchos se habían quedado de piedra al escuchar lo que se proponían sus dioses, pero sabían que era la única opción, solo ellos tres podían completar la creación perfecta y solo la creación perfecta podía derrotar a Glorbaug.
Los clérigos comenzaron a entonar las letinas adecuadas mientras cada uno de los tres dioses enanos se colocaba en un punto especifico entre los centenares de piezas de mitrilo repartidos por el suelo. El resto de enanos, que ya habían completado su labor, se encontraban mirando con gran orgullo, pero a su vez con gran pesar, como sus queridos lideres se sentaba y se unían a los cantos que habían comenzado los clérigos. Poco a poco un circulo azulado comenzó a dibujarse por debajo de cada uno de los tres enanos, haciéndose cada vez mas intensa. A medida que la luz del circulo se intensificaba podía apreciarse como las piezas de mitrilo se elevaban en el aire, alrededor de los enanos, juntándose unas piezas con otras dando lugar a tres enormes golems mecánicos, cada uno distinto, pero tremendamente grandes. Los dioses comenzaron a elevarse colocándose justo delante de los golems, había llegado el momento de darles vida a estas tremendas creaciones, pero solo el poder de los dioses enanos podía llegar a controlarlas. Poco a poco el alma de cada uno de los tres enanos comenzaba a transferirse a su golem, dejando su cuerpo de carne y hueso para tomar control de las tremendas maquinas. Los cuerpos de los tres enanos se desplomaron hacia el suelo, pero antes de que llegasen, varios de los clérigos los recogieron y los depositaron lentamente sobre la dura roca. Los círculos desaparecieron paulatinamente y los golems comenzaron a moverse, lentamente.
Todo salió según lo planeado, las medidas de distracción al Balor, la creación de los golems, la transfusión de las almas de los dioses a los golems, ahora solo faltaba encontrar al demonio. Los clérigos prepararon sus hechizos y los lanzaron al aire, creando explosiones y un derrumbamiento de una de las montañas cercanas, esto debería de ser suficiente como para alertar Glorbaug.
l demonio escuchó un estruendo al norte, "estúpidos enanos, se creen que no los he visto", se dijo para sus adentros. Salió disparado, lo mas rápido posible, esta vez no se le escaparían, les haría sufrir mas que a ninguno, solo por el hecho de creerse superiores a el. Estaba llegando cuando un nuevo estruendo sonó por la derecha y una tremenda bola de fuego le impactó en el costado, haciéndole perder el vuelo y caer al suelo. Medio aturdido del duro golpe, Glorbaug se levantó mirando, con los ojos llenos de rabia, de donde había venido ese tremendo ataque. Un nuevo estruendo sonó desde la derecha, en un acto reflejo, puso las alas delante del cuerpo para protejerse de un nuevo ataque. El impacto le hizo retroceder varias decenas de metros, dejándole las alas seriamente dañadas impidiéndole poder retomar el vuelo.
"¡¡Malditos enanos!!" Grito el demonio enfurecido mientras cargaba todas sus fuerzas y enviaba una tremenda bola de fuego en dirección de donde habían venido los ataques. El proyectil impactó en una montaña sin causar mas daños que un tremendo boquete en la loma. Los enanos sabían bien que el Balor había estado matando y destrozando todo lo que se encontraba durante varias semanas, varias semanas en las que el demonio no había descansado en absoluto. Esto en su hábitat natural no habira significado nada, ahí podía hacer lo que quisiera, pero aquí, en el mundo mortal, no se podía permitir estas cosas, y ellos lo sabían, habían esperado lo máximo posible para poder hacerle frente y tener una oportunidad de derrotarlo.
Glorgaug se dirigió hacia donde había enviado la bola de fuego para buscar a su agresor, pero lo único que se encontró fue un agujero en la montaña. De repente, salido de la nada, un tremendo golem, mas grande incluso que el demonio, apareció delante suya, con el cansancio y la furia contenida, no se había percatado del hechizo de camuflaje que habían usado los enanos sobre el golem. El mecánico brazo de mitrilo impactó duramente en el Balor, el cual quedo sorprendido por la rapidez del pesado golem solo consiguió poner uno de sus brazos en la trayectoria hacia su cabeza. El brazo se le quedó adormecido, pero todavía tenia el otro libre, el cual, con una velocidad endiablada, salio disparado hacia el centro del pecho del golem, pegó la palma al perfecto mitrilo y una tremenda descarga de energía hizo que el golem saliera disparado con un tremendo boquete en el pecho. Al instante, un nuevo estruendo, y una nueva bola de fuego impactando en plena espalda del demonio, el cual con un gesto de dolor, se giro y corrió en dirección de donde había venido el disparo. Llegó junto a un tremendo golem con forma de jabalí, que tenia un tremendo cañón en la espalda. Lleno de furia, saltó encima de el, y le arrancó el cañón al golem, y usándolo como maza comenzó a aporrear al gran jabalí mecánico, rompiéndole las patas, partiendo y separando las piezas que lo juntaban, dejándolo como el amasijo de trozos de mitrilo que era antes de la invocación.
El golem que había sido golpeado en el pecho, se levanto con dificultad, había perdido gran parte del poder del dios enano. Recién puesto en pie, se encontró con el demonio delante, con cara de sádico y el cañón del otro golem en las manos. Glorbaug elevó el cañón y soltó un tremendo golpe en el costado del golem, haciéndole caer de nuevo en el suelo con todo el lateral hundido y resquebrajado. Con una risa maliciosa, el Balor agarró uno de los brazos del golem, al cual apenas le quedaban fuerzas, y lo arrancó de cuajo, lo arrojó a lo lejos. Glorbaug se movió se acercó un poco mas, quería arrancarle la cabeza al golem, pero este, con sus ultimas fuerzas, agarró con su único brazo al demonio y lo apretó contra el cuerpo con una presión increíblemente fuerte, lo suficiente para mantener reducido al demonio el tiempo justo para que apareciese el ultimo de los golems. El golem recién llegado no era ni la mitad de grande que el demonio, se acercó y el tórax del nuevo golem se abrió, de el salieron cuatro brazos mecánicos que rodearon al demonio, y se acoplaron unos a otros para no dejarle marchar. El demonio comenzó a forcejear, pero el golem era increíblemente poderoso, e increíblemente impredecible, porque por el rabillo del ojo, pudo apreciar como una tremenda mecha en el centro de la cabeza del golem, comenzaba a arder, consumiéndose poco a poco, las chispas y la llama de la mecha desaparecieron en el interior de la cabeza. El demonio, recordó ahora que eran estos golems, las máximas creaciones de los enanos, solo manejables por un ser poderoso como un dios, pero que debía sacrificarse para tomar control del cuerpo mecánico. Era conocido en muchos planos de existencia el potencial de estos tres golems. El Wild Hog, el Siege Golem y ..., ... el Big Boom. El Big Boom, el golem suicida, su función es atrapar al enemigo en unos poderosos brazos y explotar, destrozando todo lo que hay a su alrededor.
Los enanos resguardados en los profundos túneles escucharon el tremendo estruendo que hizo temblar hasta los cimientos de la propia tierra, un pensamiento paso por la mente de todos ellos, "Se acabó."
Varios meses pasaron desde que los tres dioses enanos derrotasen Glorbaug, el Balor, meses en los que elfos y humanos comenzaron a repoblar las ciudades y los pueblos desolados, formando pequeños grupos para ayudarse unos a otros. Los drows y los orcos hicieron lo propio en sus territorios. Estos, observaban la devastación creada por el Balor, y sonreían, habían aniquilado casi por completo a sus enemigos, no había salido como ellos habían planeado, habían perdido tanto como los humanos y elfos, pero ahora comenzaría todo de nuevo.
Los guerreros mas fuertes de cada raza comenzaron a formar organizadas familias con el propósito de levantar de nuevo sus alianzas de antaño, los drows y orcos no cesarían en el intento de dominar Eria y los humanos y elfos debían de prepararse bien pare defender sus tierras, pero había salido un nuevo ejercito digno de mención y de respeto, los enanos que desde ahora tomarían parte en algo mas que en la creación de armas y armaduras.