- - - - - - - - - - La Mente de Polako - - - - - - - - - -

Hola a todos y bienvenidos a mi Blog. Aqui reuno las historias que me da por escribir, son historias relacionadas con el Lineage 2 y mi servidor Eria. Espero que disfruteis leiendolas como yo lo he hecho escribiendolas.

Informacion:

Bueno he puesot un nuevo formato de blog que hace mas llevadera la lectura, ya que extiende mas el texto.

Las historias estan puestas por fecha, asique en algunas que tienen continuacion esta primero la ultima de ellas, seleccionarlas desde le menu, ais no os leereis antes el final que el comienzo.

jueves, julio 05, 2007

Nuevo resurgir de Eria. Tercera parte: La nueva Era.

Las forjas de las Minas de Mitrilo estaban al máximo de su rendimiento.

Después de limpiar las amplias salas de los habitantes que durante décadas habían sido dueños de aquellas minas y que de la noche a la mañana habían sido arrasadas por oleadas de enanos furiosos y ansiosos de retomar sus artes de creación al mas alto nivel.

Los exploradores enanos habían sabido de la aparición de Glorbaug desde el mismo momento de la invocación, no hay montaña que los experimentados enanos no tuvieran conectada con su amplia red subterránea de túneles. El día en que vieron la concentración de drows y orcos en la Forja de los Dioses, la nueva zona de donde sacaban recursos valiosos, no les quitaron ojo. Después de la masacre sufrida por los drow en aquella montaña, pudieron salvar en cierto modo a los que habían conseguido huir. Aunque ellos no lo sabían, los enanos habían ido derrumbando algunos de los túneles para que las llamaradas del Balor no les alcanzasen. Al igual que las tropas de elfos y humanos que se dirigían hacia Aden o que se encontraban ya en la ciudad y fueron arrasadas por el cruel demonio. Arrastraron a los heridos a las profundidades de las montañas y mostraron el camino a los que todavía estaban lo suficientemente cuerdos como para darse cuenta de que los menudos y rudos enanos les estaban ayudando.

Ahora se concentraban en preparar, lo mas rápidamente que podían, todo lo que necesitaban para la única opción de parar al tremendo demonio. Era un trabajo duro, todos los grandes artesanos de Eria se encontraban en pleno frenesí, trabajando mano a mano, martillo a martillo para crear las piezas perfectas. Los exploradores enanos habían estado sacando de las minas mas profundas el mejor mitrilo que existía en estas tierras, para que sus hermanos pudieran hacer la creación perfecta.

Tres semanas prácticamente, si descanso, estuvieron los enanos trabajando arduamente, hasta completar cada una de las centenares de piezas que necesitaban. Una vez todas bien empaquetadas y preparadas para el transporte, salieron de Elmore por los múltiples túneles en dirección al Laboratorio Arcaico, una zona que antaño los enanos habían usado para sus experimentos de dar vida a sus maquinas. Ahí se encontraban los tres dioses enanos, Lorkril, Tharon y Saruk, los cuales estaban preparando, junto a otro centenar de enanos, los rituales de encantamiento que llevarían acabo en un par de días.

En varias ocasiones Glorbaug había rondado cerca de su posición, pero los siempre atentos enanos se resguardaban en sus túneles antes que que el demonio se diera cuenta de que estaban ahí. Por muy grande y poderoso que fuera, no podía atravesar el duro suelo, era el lugar mas seguro de Eria en estos momentos de desolación.

Por fin llego el día, todo estaba preparado, se habían pasado la ultima noche colocando en los lugares específicos todos los objetos que habían estado creando durante semanas. A simple vista parecía una cantidad de trozos de mitrilo repartidos por el suelo sin sentido alguno, pero para cualquier enano esto era mucho mas que eso, era el súmmum de de la creación, lo mas alto a lo que se podía aspirar. Todos habían sido participes de ello, pero sentían especial respeto por sus dioses, los cuales iban a dar algo mas que semanas de trabajo en las forjas por salvar las tierras bajo las que habían habitado durante siglos. Muchos se habían quedado de piedra al escuchar lo que se proponían sus dioses, pero sabían que era la única opción, solo ellos tres podían completar la creación perfecta y solo la creación perfecta podía derrotar a Glorbaug.

Los clérigos comenzaron a entonar las letinas adecuadas mientras cada uno de los tres dioses enanos se colocaba en un punto especifico entre los centenares de piezas de mitrilo repartidos por el suelo. El resto de enanos, que ya habían completado su labor, se encontraban mirando con gran orgullo, pero a su vez con gran pesar, como sus queridos lideres se sentaba y se unían a los cantos que habían comenzado los clérigos. Poco a poco un circulo azulado comenzó a dibujarse por debajo de cada uno de los tres enanos, haciéndose cada vez mas intensa. A medida que la luz del circulo se intensificaba podía apreciarse como las piezas de mitrilo se elevaban en el aire, alrededor de los enanos, juntándose unas piezas con otras dando lugar a tres enormes golems mecánicos, cada uno distinto, pero tremendamente grandes. Los dioses comenzaron a elevarse colocándose justo delante de los golems, había llegado el momento de darles vida a estas tremendas creaciones, pero solo el poder de los dioses enanos podía llegar a controlarlas. Poco a poco el alma de cada uno de los tres enanos comenzaba a transferirse a su golem, dejando su cuerpo de carne y hueso para tomar control de las tremendas maquinas. Los cuerpos de los tres enanos se desplomaron hacia el suelo, pero antes de que llegasen, varios de los clérigos los recogieron y los depositaron lentamente sobre la dura roca. Los círculos desaparecieron paulatinamente y los golems comenzaron a moverse, lentamente.

Todo salió según lo planeado, las medidas de distracción al Balor, la creación de los golems, la transfusión de las almas de los dioses a los golems, ahora solo faltaba encontrar al demonio. Los clérigos prepararon sus hechizos y los lanzaron al aire, creando explosiones y un derrumbamiento de una de las montañas cercanas, esto debería de ser suficiente como para alertar Glorbaug.

l demonio escuchó un estruendo al norte, "estúpidos enanos, se creen que no los he visto", se dijo para sus adentros. Salió disparado, lo mas rápido posible, esta vez no se le escaparían, les haría sufrir mas que a ninguno, solo por el hecho de creerse superiores a el. Estaba llegando cuando un nuevo estruendo sonó por la derecha y una tremenda bola de fuego le impactó en el costado, haciéndole perder el vuelo y caer al suelo. Medio aturdido del duro golpe, Glorbaug se levantó mirando, con los ojos llenos de rabia, de donde había venido ese tremendo ataque. Un nuevo estruendo sonó desde la derecha, en un acto reflejo, puso las alas delante del cuerpo para protejerse de un nuevo ataque. El impacto le hizo retroceder varias decenas de metros, dejándole las alas seriamente dañadas impidiéndole poder retomar el vuelo.

"¡¡Malditos enanos!!" Grito el demonio enfurecido mientras cargaba todas sus fuerzas y enviaba una tremenda bola de fuego en dirección de donde habían venido los ataques. El proyectil impactó en una montaña sin causar mas daños que un tremendo boquete en la loma. Los enanos sabían bien que el Balor había estado matando y destrozando todo lo que se encontraba durante varias semanas, varias semanas en las que el demonio no había descansado en absoluto. Esto en su hábitat natural no habira significado nada, ahí podía hacer lo que quisiera, pero aquí, en el mundo mortal, no se podía permitir estas cosas, y ellos lo sabían, habían esperado lo máximo posible para poder hacerle frente y tener una oportunidad de derrotarlo.

Glorgaug se dirigió hacia donde había enviado la bola de fuego para buscar a su agresor, pero lo único que se encontró fue un agujero en la montaña. De repente, salido de la nada, un tremendo golem, mas grande incluso que el demonio, apareció delante suya, con el cansancio y la furia contenida, no se había percatado del hechizo de camuflaje que habían usado los enanos sobre el golem. El mecánico brazo de mitrilo impactó duramente en el Balor, el cual quedo sorprendido por la rapidez del pesado golem solo consiguió poner uno de sus brazos en la trayectoria hacia su cabeza. El brazo se le quedó adormecido, pero todavía tenia el otro libre, el cual, con una velocidad endiablada, salio disparado hacia el centro del pecho del golem, pegó la palma al perfecto mitrilo y una tremenda descarga de energía hizo que el golem saliera disparado con un tremendo boquete en el pecho. Al instante, un nuevo estruendo, y una nueva bola de fuego impactando en plena espalda del demonio, el cual con un gesto de dolor, se giro y corrió en dirección de donde había venido el disparo. Llegó junto a un tremendo golem con forma de jabalí, que tenia un tremendo cañón en la espalda. Lleno de furia, saltó encima de el, y le arrancó el cañón al golem, y usándolo como maza comenzó a aporrear al gran jabalí mecánico, rompiéndole las patas, partiendo y separando las piezas que lo juntaban, dejándolo como el amasijo de trozos de mitrilo que era antes de la invocación.

El golem que había sido golpeado en el pecho, se levanto con dificultad, había perdido gran parte del poder del dios enano. Recién puesto en pie, se encontró con el demonio delante, con cara de sádico y el cañón del otro golem en las manos. Glorbaug elevó el cañón y soltó un tremendo golpe en el costado del golem, haciéndole caer de nuevo en el suelo con todo el lateral hundido y resquebrajado. Con una risa maliciosa, el Balor agarró uno de los brazos del golem, al cual apenas le quedaban fuerzas, y lo arrancó de cuajo, lo arrojó a lo lejos. Glorbaug se movió se acercó un poco mas, quería arrancarle la cabeza al golem, pero este, con sus ultimas fuerzas, agarró con su único brazo al demonio y lo apretó contra el cuerpo con una presión increíblemente fuerte, lo suficiente para mantener reducido al demonio el tiempo justo para que apareciese el ultimo de los golems. El golem recién llegado no era ni la mitad de grande que el demonio, se acercó y el tórax del nuevo golem se abrió, de el salieron cuatro brazos mecánicos que rodearon al demonio, y se acoplaron unos a otros para no dejarle marchar. El demonio comenzó a forcejear, pero el golem era increíblemente poderoso, e increíblemente impredecible, porque por el rabillo del ojo, pudo apreciar como una tremenda mecha en el centro de la cabeza del golem, comenzaba a arder, consumiéndose poco a poco, las chispas y la llama de la mecha desaparecieron en el interior de la cabeza. El demonio, recordó ahora que eran estos golems, las máximas creaciones de los enanos, solo manejables por un ser poderoso como un dios, pero que debía sacrificarse para tomar control del cuerpo mecánico. Era conocido en muchos planos de existencia el potencial de estos tres golems. El Wild Hog, el Siege Golem y ..., ... el Big Boom. El Big Boom, el golem suicida, su función es atrapar al enemigo en unos poderosos brazos y explotar, destrozando todo lo que hay a su alrededor.

Los enanos resguardados en los profundos túneles escucharon el tremendo estruendo que hizo temblar hasta los cimientos de la propia tierra, un pensamiento paso por la mente de todos ellos, "Se acabó."

Varios meses pasaron desde que los tres dioses enanos derrotasen Glorbaug, el Balor, meses en los que elfos y humanos comenzaron a repoblar las ciudades y los pueblos desolados, formando pequeños grupos para ayudarse unos a otros. Los drows y los orcos hicieron lo propio en sus territorios. Estos, observaban la devastación creada por el Balor, y sonreían, habían aniquilado casi por completo a sus enemigos, no había salido como ellos habían planeado, habían perdido tanto como los humanos y elfos, pero ahora comenzaría todo de nuevo.

Los guerreros mas fuertes de cada raza comenzaron a formar organizadas familias con el propósito de levantar de nuevo sus alianzas de antaño, los drows y orcos no cesarían en el intento de dominar Eria y los humanos y elfos debían de prepararse bien pare defender sus tierras, pero había salido un nuevo ejercito digno de mención y de respeto, los enanos que desde ahora tomarían parte en algo mas que en la creación de armas y armaduras.

Nuevo resurgir de Eria. Segunda parte: Devastación.

Sus pasos acelerados se escuchaban desde la sala central del castillo de Giran. Abriendo de un portazo la pesada puerta, entró jadeando, sin aliento por la rapidez con la que había venido desde los establos del castillo y su rechoncho cuerpo no estaba para esos esfuerzos.

  • -Hermano, le estábamos esperando impacientes, ¿a qué viene tanto alboroto?- Preguntó Ermenis, uno de los cinco dioses cuyo ejercito formaba parte de la Orden del Roble y el Acero.- Uno de mis informadores me aviso sobre vos, que traíais un mensaje sumamente importante. ¿De qué se trata?.
  • -Mi señor, ...-Dijo el sacerdote todavía jadeando.- Es la alianza... está en peligro..., la Horda ... todos muertos.
  • -Tranquilizaos, hermano, tomad aire y decidme qué es lo que sucede, que pasa con nuestra alianza, que males traman nuestros enemigos. -Contesto Ermenis.

El sacerdote cogió aire inhalando profundamente y se tranquilizó lo suficiente como para poder dar el mensaje a su señor.

  • -Estamos en peligro, mi señor, tenemos muchas razones para creer que toda Eria esta a punto de ser arrasada por completo.
  • -¿De qué habláis? ¿Qué os hace pensar eso? La Horda de las Sombras nunca podrá rebasar los fuertes muros de nuestras ciudades, hace décadas que son incapaces de derrotarnos, contadme, por favor, todo lo que sepáis, ¿han descubierto algún nuevo hechizo que pueda causarnos grandes daños?
  • -No, mi señor, la Horda no es nuestro peor problema, de hecho, según nuestros informadores, han sufrido numerosas bajas, llegando incluso a mermar casi todo su ejercito.-Explicó el sacerdote, que miro la cara sorprendida de su señor.- Recordareis que hace unos meses tuvimos informes de que la Horda estaba reuniendo una gran cantidad de tropas por las cercanías de Goddard, su destino era La Forja de los Dioses, donde pretendían llevar a cabo una invocación, un llamamiento a un ser de otro mundo, a un Balor.

Ermenis sabia bien de que tipo de ser se trataba, por eso su rostro paso de la sorpresa a la preocupación en un instante, un Balor era un asunto que, como le había dicho el sacerdote, podía poner en peligro a toda Eria. Necesitaba saber mas.

  • -Con qué tipo de Balor estamos tratando. Debemos tratar de pararlo.
  • -Imposible, mi señor, no se trata de un Balor común, es, es...-El rostro del sacerdote tomo un tono blanco, y muy serio.- Glor...
  • -No se os escucha.

El sacerdote miro fijamente a Ermenis al rostro, tomo aire y haciendo acopio de todo su valor, consiguió articular el nombre. -Glorbaug.

Dos horas después, cuatro de los jinetes mas rápidos del condado de Giran salían al galope del castillo dirección a las otras cuatro deidades que formaban la Orden del Roble y el Acero. Tenia que ponerlos de sobre aviso por si no lo sabían ya. Tal y como los emisarios iban llegando a sus destinos y entregaban el fatal mensaje que Ermenis les enviaba, comenzaban los preparativos para el viaje a Aden, ciudad donde se iba a celebrar la reunión de los cinco dioses. Solo disponían de cuatro días para prepararlo todo y viajar hasta Aden, tenían que darse mucha prisa.

Luthien y su ejercito fue la primera en salir destino Aden. Llevaba a la mitad de su ejercito con sigo, mientras dejó al resto para defender su ciudad, no se fiaba del todo de la información sobre la aniquilación de la Horda, prefería dejar la ciudad bien defendida. Cuando salieron de las puertas de Goddard, miró hacia el norte, dirección a la Forja de los Dioses, lugar donde, según Ermenis, había aparecido el Balor. Podía apreciarse como el cielo por aquella zona tenia un tono rojizo. "Ya ha comenzado."-Pensó. Siguieron el camino hacia Aden, todo lo rápido que podían correr los caballos, no había tiempo que perder. Llevaban unas tres horas de viaje cuando los caballos comenzaron a ponerse nerviosos, unos relinchaban, otros se ponían sobre las patas traseras, otros simplemente corrían sin control alguno, tirando al suelo al jinete o llevándolo arrastras enganchado a las riendas. Dos caballeros vinieron corriendo de la retaguardia, habían tenido que dejar las monturas desbocadas tras de si.

  • -¡¡Mi señora!!, ¡¡mi señora!! ¡¡La ciudad, esta siendo atacada!!

Luthien bajo de un salto de su corcel, que estaba comenzando a tornarse loco como el resto de animales, y se apresuro a seguir a los caballeros de vuelta a la retaguardia. Conforme iba acercándose a la cima por donde acababan de pasar hace unos instantes, podía apreciarse que el cielo se hacia mas y mas rojo, y el aire cada vez mas denso. En cuanto llego a ver Goddard, se le cayo el alma al suelo, podía verse como las majestuosas torres estaban destrozadas, de gran parte de la ciudad salían unas llamaradas inmensas que no hacían mas que alimentarse de todo aquello que abarcaban, dejándolo todo arrasado.

  • -¿Qué demonios esta pasando?-Era la pregunta que se hacían todos los presentes mientras miraban aterrados como su hogar era arrasado.

El aire se volvió mas denso todavía, y el calor comenzaba a ser insoportable, las tropas ya habían perdido toda su cordura, viendo como Goddard ardía. Un grupo de caballeros se junto, con la intención de regresar a la ciudad para intentar salvar a sus familias, salieron corriendo dirección a la ciudad, pero cuando solo llevaban cien metros de recorrido una enorme bola de fuego los arrasó por completo. Yacían en el suelo, retorcidos por el dolor de las llamas que devoraban su carne. Acto seguido, una segunda ráfaga de fuego alcanzo al groso del ejercito reunido en la cima, todavía atónitos por la súbita muerte de sus amigos. Este segundo ataque, que causo el pánico entre las tropas, vino acompañado de una tremenda acometida por algo tremendamente grande, una inmensa garra arrasó con toda una división de lanceros, haciéndoles volar por los aires. Los pocos que no huían o no yacían muertos o heridos, pudieron ver al tremendo demonio, pudieron apreciar el placer que sentía la bestia mientras chafaba con su enorme pata a un grupo de soldados que huía para salvar sus vidas.

Luthien, disparó una flecha al Balor, con el único afán de distraerlo para que sus tropas pudieran huir, ella no podía hacerle frente. Sacó otra flecha del carcaj pero antes de que pudiera ajustar la flecha a la cuerda, cayo sumisa en un mar de dolor, todos los músculos de su cuerpo parecían arder, a pesar de que ninguna llama le había alcanzado. Notaba como poco a poco iba consumiéndose de dentro hacia afuera como ardía en su interior. El Balor se quedó quieto, mirando con placer a Luthien, mirando su cara de dolor, como se retorcía. Este era uno de los hechizos que mas le gustaban al gran demonio, quemar el cuerpo desde dentro hacia afuera, hasta que las llamas acaban consumiendo el cuerpo de la victima. Luthien ya había perdido el sentido y yacía en el suelo, envuelta en llamas, al igual que su ciudad.

Aden se encontraba abarrotada de soldados, dos ejércitos al completo, uno de elfos y otro de humanos, estaban acampadas a las afueras de la gran ciudad, sus dioses, Arastil y Barena se encontraban reunidos en la sala principal del castillo, nerviosos porque los otros tres no habían aparecido y ya había pasado un día de la fecha que indicaba el mensaje que habían recibido.

Arastil no podía contenerse y se levanto de la silla, dirigiéndose a las escaleras que daban a las salas superiores, donde se podía acceder a los balcones. Necesitaba ver si se acercaba alguien. Barena le siguió sin decir nada, y cuando llegó al balcón se quedó pasmada, todo lo que alcanzaba su vista estaba ardiendo y devastado, todo lo que se encontraba mas al norte del Borde Fronterizo estaba quedando aniquilado. En ese instante accedió al balcón un soldado con la insignia de la casa de Varantir, aunque apenas se podía apreciar ya el emblema, sus ropas no eran mas que unos harapos medio quemados. El soldado estaba sin aliento, había pedido ver directamente a ambos dioses para darles la noticia en persona.

Les explicó que habían sido atacados y arrasados por un enorme ser rojizo, alado y de un solo cuerno, les contó como en pocos minutos había destrozado todo el contingente de soldados sin el menor esfuerzo. Cuando Barena pregunto por Varantir, el soldado agachó la cabeza y se desplomó en el suelo, al recogerle, pudieron ver el rostro de terror del soldado. Cuando hubo recobrado la compostura les explico con voz temblorosa como el demonio había torturado brutalmente a su señor, teniéndole suspendido en el aire mediante algún encantamiento y poco a poco iba arrancándole trozos de carne con sus tremendas uñas hasta que desfalleció, en ese instante lo fulmino con una ráfaga de fuego y lo dejó consumirse, todavía suspendido en el aire.

El soldado también les contó que había visto un soldado de Ermenis por el camino, pero estaba muerto, tenia medio cuerpo abrasado, no debió haber andado demasiado desde donde les atacase el demonio. Todavía no había acabado de explicarles este suceso cuando, al girar por alguna razón la cabeza hacia el balcón, sus ojos se desorbitaron y su rostro se quedo inerte, pálido, justo antes de desmayarse y caer desplomado sobre el suelo. Arastil y Barena se giraron de inmediato y vieron delante justo de ellos el enorme Balor suspendido en el aire, mirándoles sadicamente. ¿Cómo no se habían percatado de su llegada? ¿Porqué no habían escuchado nada? En ese instante se dieron cuenta que estaban bajo el hechizo del diabólico ser, había aislado todos sus sentidos para que no se percatasen de nada, solo con el propósito de poder capturarles y hacerles sufrir sin que pudieran escaparse.

Glorbaug los dejó paralizados a ambos, hizo que Arastil se le acercase paso a paso, hechizado, moviéndose en contra de su deseo, se acercaba peligrosamente al limite del balcón, trepó por encima de la baranda y se quedó de pie, justo encima, a un paso de precipitarse hacia el suelo. El demonio le obligo a girarse y que mirase a Barena de frente, esta no podía ni cerrar los ojos, el control que Glorbaug ejercía sobre sus cuerpos era total. De repente una de las puertas del balcón, se deshizo en añicos, dejando el suelo repleto de pequeños trozos de madera y cristal. Ambos dioses estaban aterrados, pero no podían hacer nada, solo ver como los trozos de cristal y de madera se levantaban lentamente del suelo, se acercaban lentamente hacia Arastil, amenazantes con las puntas hacia su cuerpo. Barena intento zafarse del control del demonio, pero solo consiguió que uno de los trozos de madera que iban hacia Arastil saliese despedido hacia ella, incrustandosele en el hombro. Habría gemido de dolor si hubiera podido controlar sus cuerdas bocales, pero estaba totalmente sumisa al poder del demonio. Los trozos seguían su trayectoria hacia Arastil, llegando a su cuerpo lentamente pero sin pararse. El Balor estaba disfrutando con todo esto, no podía matar simplemente a los dioses, como lideres debían sufrir los que más. Los trozos de madera comenzaron a introducirse lentamente en su carne, provocando un dolor insufrible al elfo, que intentaba como fuera liberarse del control del demonio. El dolor era intenso en todas aquellas zonas donde las grandes astillas estaban clavandosele, pero no iba a parar ahí, los trozos de vidrio que hasta el momento estaban suspendidos en el aire comenzaron a cortar le en zonas no vitales, mientras Glorbaug se reía malevolamente, viendo como el elfo desfallecía de dolor.

Una vez dado muerte a Arastil, el demonio fijó toda su maldad en torturar a Barnea, la suspendió en el aire y la bajó con una sacudida a lo que quedaba del jardín, el cual estaba repleto de cadáveres de sus soldados. Los cuales comenzaban a levantarse lentamente, malditos por el Balor, convertidos en una especie de muertos vivientes sin mas conocimiento que el de querer desgarrar a todo aquello que tuviera delante. Barena veía como el demonio la iba bajando poco a poco, hacia los soldados reanimados que la veían como una presa para saciar su agresividad. La mayoría de los soldados malditos se atacaban entre ellos, pero en cuanto se percataron de la presencia de Barena cambiaron su objetivo, dirigidos en parte por el demonio, se acercaban a la diosa que no podía hacer nada mas que ver como esas criaturas se dirigían hacia ella. Poco a poco la rodearon un gran número de ellos, no hacían nada, seguían dominados por Glorbaug, hasta que, liberandoles de su control, se abalanzaron todos sobre la presa, que inmóvil, no podía hacer nada para defenderse, solo podía notar como los malditos comenzaron a desgarrar la y despellejarla viva mientras el Balor soltaba un grito estremecedor, un grito de victoria.

Todas las ciudades habían sido arrasadas y quemadas, el demonio estaba mas que complacido con su obra, en tan solo seis diez días había aniquilado casi por completo a todos los seres de estas tierras. Elfos, Humanos, Orcos y Drows, habían sufrido las acometidas de la terrible bestia, dejando les casi extintos, con el Balor, señor del caos y la destrucción, deambulando a placer por sus tierras. Pero en su ansia de destrucción, el Balor no había caído en una cosa, la población racional de Eria no la comprendían solo estas cuatro razas casi extintas, había una más, una con la que no había contado el demonio, una raza que esconde grandes secretos y poseen un gran poder. Los Enanos ...

Nuevo resurgir de Eria. Primera parte: El Balor

Siglos han pasado desde que las hordas de la oscuridad y el ejercito de la luz comenzaron sus primeros combates en las tierras de Eria. Mucha sangre ha sido derramada desde entonces, muchas tierras han sido devastadas por el paso de los ejércitos de la Horda, en su anhelo de dominar y sembrar el caos por todo el vasto mundo de Eria. Estas continuadas guerras han llevado a la desesperación a ambos bandos, ya que ninguna de las alianzas ha sido capaz de declinar la balanza a su favor, todo sigue en el punto en el que comenzó.

Hartos de tanta igualdad, los dioses de cada una de las seis familias de la Horda de la Oscuridad deciden reunirse para intentar encontrar una solución esta pésima situación. Necesitan obtener el control, anhelan destrozar todo lo que encuentran a su paso, matar a cualquier ser inferior por solo el placer de ver salpicar la sangre en sus perfectas armaduras. Pero la Orden del Roble y el Acero es un duro obstáculo para completar este cometido, tan duro que llevan siglos intentando aniquilarlos sin éxito. Resguardados en sus castillos, los Elfos y Humanos son unos blancos difíciles de abatir, a parte, con el paso de los años han mejorado sus artes en el combate, fortalecidos gracias a la alianza, los Elfos, aunque bondadosos, son unos duros combatientes y expertos luchadores, que han transmitido sus conocimientos a los humanos para luchar contra la Horda de la Oscuridad.

Tras varios días de deliberación y de propuestas sin sentido, deciden invocar a los espíritus ancestrales para pedir consejo. Los hechiceros Drow y los Shamanes orcos comienzan con los preparativos necesarios para conseguir establecer un vinculo entre ambos mundos, el espiritual y el material. No es una tarea demasiado complicada, pero si arduamente peligrosa, el mas mínimo descuido puede generar un desequilibrio fatal y llevarse a los invocadores al mundo espiritual.

Con todo listo para comenzar el ritual, los hechiceros y shamanes se colocan en posición y comienzan con las letinas inentendibles para cualquiera. Tras varias horas, comienza a verse una luz amarillenta en el centro del circulo formado por los 4 místicos, la cual se va haciendo mas y mas grande, a la vez que se va apreciando la figura de un rostro medio desfigurado. Uno de los shamanes orcos comienza la comunciacion con el espiritu, pidiendo consejo para poder aniquilar de una vez a la Orden del Roble y el Acero.

  • Decidme, que podemos hacer para destrozar y aniquilar las filas de nuestros enemigos- Preguntó uno de los shamanes orcos.
  • Tanto anheláis poseer el control de estas tierras que osáis pedirnos ayuda?- Contestó el espiritu con una voz grave y ronca.- Debéis de estar desesperados.
  • Muchos años han pasado desde que se comenzó esta batalla, no es que nos desagrade la idea de poder dar muerte a un sinfín de elfos y humanos, pero ya no llena nuestra ansia, necesitamos dominalos, esclavizarlos, hacerles sufrir, humillarles en sus propias casas, destrozar todo aquello que quieren.- Dijo con voz pausada la hechicera drow de mas edad.
  • Debo daros una respuesta, ya que me habéis invocado, pero es una respuesta que no puede agradaros,o quizás si. -Manifestó el ser.- Podéis llamar al Balor, uno de los demonios mas sádicos que existen en todos los planos de existencia. Pero nunca podréis controlarlo, solo darle la libertad de entrar en vuestro mundo, que sacie su sed de sangre con vuestros enemigos. Pero como ya os dije, es algo muy peligroso.-Esto fue lo ultimo que dijo antes de desvanecerse sin dejar rastro alguno.

Teniendo en manos la nueva propuesta, los seis dioses comenzaron a discutir si debían o no invocar al Balor, si querían arriesgarse a sacar a la bestia de su plano, para que acabe con sus enemigos. Era mas que probable que el demonio no les hiciera caso e incluso que se revelase contra ellos, haciendo realidad sus peores pesadillas. Anhelaban por encima de todo ver las tropas enemigas masacradas y desguazadas por algo a que no podían ni imaginarse hacer frente, algo aterrador, que con solo mirarlo ya sientas sus garras rasgandote la piel del pecho. El mero placer de ver la cara de sus enemigos desfigurados por el terror, merecía tal riesgo. Lo habían decidido, invocarían al Balor.

Varios días pasaron antes de que todos los preparativos estuvieran listos, cada uno de los seis dioses liderando sus ejércitos cumplió con su parte de los preparativos. Ahora, en lo mas profundo de la Forja de los Dioses concentraban todo su poder, tanto los dioses como los millares de leales súbditos que conformaban su ejercito, necesitarían el máximo de concentración, si algo salia mal, podría ser desastroso para ellos en vez de para sus enemigos. Tal como pasaban los segundos iba aumentando el volumen de la voz de los seis dioses que pronunciaban las entonaciones para la invocación del Balor al mundo material, a su vez las llamas que los rodeaban, las de las profundidades de la tierra comenzaban a tornarse azules a medida que aumentaba el ritmo frenético de los cantos.

De repente, todo comenzó a temblar, provocando que las estalactitas se precipitasen sobre las masas del ejercito reunido. Ya habían previsto que podría ocurrir esto, así que los shamanes orcos crearon una barrera de protección sobre todo el ejercito ahí reunido provocando que las estalactitas se desintegrasen contra una barrera de energía invisible, sin causar daños. Los temblores se volvian cada vez mas fuertes y se podía apreciar como iba desapareciendo la luz que generaban las llamas del gran recinto, disminuía paulatinamente dirigiendo sus haces hacia el centro del circulo formado por los seis dioses generando una circunferencia azulada, ondeante y que parecía absorber toda la luz de la sala.

La oscuridad comenzaba a dominar de sobremanera toda la sala, dejando solo a la vista la circunferencia azulada, era la puerta que unía ambos mundos. Los dioses entraron en un absoluto silencio, seguían sentados en la posición inicial, en plena concentración, con los ojos en blanco y la cabeza agachada. Un nuevo estruendo altero a las tropas, esta vez provenía directamente del portal, haciendo que las filas mas cercanas cayeran al suelo. Con el estruendo salio un amplio haz de energía de cada uno de los seis dioses, directos al centro del portal de invocación, finalizando así la invocación del Balor. Al instante cesaron los estruendos y los seis dioses cayeron rendidos en el suelo por un instante, habían depositado casi todas sus energías en la invocación. Ahora estaban todos atentos, mirando fijamente el portal, deseando que de el saliera su arma destructiva para poner fin a la existencia de los Hijos de la Luz.

A los pocos minutos podía apreciarse que el portal comenzaba a cambiar de color, pasaba del color azulado a un rojo intenso, y como comenzaba a desfigurarse mientras lo atravesaba el demonio. Los ojos asombrados de los miles de soldados no se apartaban del portal, podían apreciar como aparecía un tremendo cuerno que era de grande como un orco adulto. Las tropas comenzaron a ponerse nerviosas, no esperaban que fuera algo tan grande. Pasaron del nerviosismo al terror en tan solo cinco segundos, el tiempo que tardo el Balor en salir, con una velocidad impresionante, del portal, el cual se cerro inmediatamente después. Era algo inmenso, su único cuerno rasgo por completo la parte superior de la caverna, sus enormes patas estaban suspendidas en el aire, amenazantes por encima de las tropas, mientras batía sus enormes alas en el aire.

El Balor contemplaba toda aquella masificación con ojos recelosos, hacia mucho que no entraba en este mundo, y aquella vez salio mal parado, perdió uno de sus cuernos en la lucha contra uno de los grandes dragones que habitaban Eria. El combate con acabo con ningún vencedor, ambos se retiraron malheridos.

Su ansia de poder crecía por momentos, ver aquellos diminutos seres tan al alcance de su ira, tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no matarlos en ese mismo instante, no antes de saber porque estaba aquí, porque le habían abierto la puerta a este mundo, de nuevo. Vio a los seis integrantes del circulo de invocación, debían de ser los lideres de todo aquel gentío. -Porque me llamáis a este mundo.- Pregunto mediante telepatía a los seis dioses al unisono. Estos quedaron perplejos, a pesar de no haber hablado, su telepatía resonaba como su voz, dura, irritante, pero clara. Ninguno de los seis tuvo la serenidad de contestar, pero no les hizo falta, el Balor solo necesitaba que uno de ellos lo pesase. "Aniquilar a los Hijos de la Luz", retumbaba en la cabeza de los seis dioses.

Era una grata idea, aniquilar toda una raza, toda una existencia, le llenaba de placer el solo pensarlo, devastar sus ciudades con solo sobrevolarlas, escuchar los gritos y las suplicas a los dioses. En ese instante, lleno de furia y de ansia de sangre, se dio cuenta de un pequeño detalle, debajo de el había una masificacion de orcos y drows, aterrados, inmóviles, cautivados por la majestuosidad de tan tremendo ser, ¿porqué no comenzar su juego de devastación y masacre con ellos? Eran los que le habían abierto el portal, pero eso era solo un pequeño detalle, necesitaba poner en practica sus perversas artes de nuevo.

Impaciente el ejercito de la Horda miraba hacia arriba, al gigantesco Balor, que pasaría por su cabeza, los miraba sadicamente, claro esta que era un engendro del infierno, no podía mirar de otra forma. Miraban atónitos, y se percataron de que el batir de sus alas iba disminuyendo paulatinamente, hasta que en un instante, ceso por completo, precipitando sus enormes patas sobre todos ellos, solo con la caída, una tercera parte del groso ejercito cayo fulminado, chafado debajo del enorme demonio. El caos comenzó a reinar entre las tropas, huían por donde podían, resguardándose en grietas o túneles, el Balor inhalo profundo y exhalo una tremenda ráfaga de fuego que ilumino la estancia por completo, y a su vez abraso a gran parte de los que todavía no habían encontrado refugio. Los seis dioses tomaron sus armas, para hacer un inútil intento de menguar el ataque sobre sus tropas, pero no dio resultado, con una simple mirada del Balor, los seis cayeron sumisos en una terrible maldición, una tortura mental, esta era una de las cosas que mas le gustaban al demonio, ver el rostro de dolor mientras liberaba toda su crueldad en los pensamientos de sus victimas. Morirían de dolor.

Solo unos pocos lograron escabullirse en lo mas profundo de las montañas, lejos del alcance del fuego devastador del Balor. Satisfecho por su masacre entre las filas de la Horda, y habiendo aniquilado a prácticamente todos los presentes, el Balor concentra sus energías para salir de esta sala inmensa en lo mas profundo de la Forja de los Dioses. Su cuerpo se cubre de fuego extendiendo los brazo hacia los lados, y mirando con la cara hacia el techo de la caverna. El fuego cubrió por completo su cuerpo, en ese instante, el Balor suelta un gemido tremendo y envía una tremenda honda de fuego hacia el techo, haciéndolo añicos y dejando libre su vía de escape. Ahora es libre, libre de sembrar su ira por todas las tierras que le rodean.

Hijos del Caos

El cielo se tornó oscuro, una intensa niebla se apoderó de toda la zona en la que se encontraban, apenas podía verse a mas de unos pasos de distancia. El grupo de aventureros que habia venido a explorar el estas tierras apartadas, se quedo un tanto sorprendido, ¿que provocaba este cambio repentino en el ambiente? Parecía como si estuvieran en las peligrosas tierras del Bosque de la Muerte, pero se encontraban a bastante distancia, un lugar llamado el Valle de los Santos.

-He oido historias de estos cambios repentinos, algo relacionado con una espada maldita-
Comentó uno de los aventureros.
-Esperemos que no sea eso, he visto atrocidades causadas por esa espada, un descontrol del que osa empuñarla, ni si quiera los mas allegados están a salvo. Lo mejor que podemos hacer es marcharnos de aquí lo antes posible. -Respondió su compañero.

Tal como proponía la marcha de ese lugar, podía apreciarse como la luna comenzaba a sufrir un terrible cambio, era una luna brillante, plateada, como todas las noches de luna llena, pero
comenzaba a ponerse roja, un rojo que solo traía a la mente una cosa, el color de la sangre
derramada por el suelo. Unos instantes después comenzó, a resquebrajarse por la mitad, como
cuando abres un parpado, dando lugar a un enorme ojo, de un color dorado oscuro, con una mirada aterradora fijó su mirada en el grupo de aventureros.

Aterrados por esa visión, quedaron congelados, no sabían que hacer, pero no podían quedarse ahí. Uno de ellos comenzó a andar hacia adelante seguido por el resto del grupo, poco a poco aceleraron el paso, hasta que pararon en seco. Podían apreciarse unas sombras, no mas de tres, plantadas ahí delante, inmóviles, parecían estatuas, hasta que uno de ellos hizo un gesto y soltó un leve grito. El grupo se puso a la defensiva, querían estar preparados para lo que se les echase encima, en ese instante, uno de los seres que solían cazar por la zona paso a toda prisa por entre sus filas, sin detenerse a atacar a ninguno de ellos, justo en dirección a las tres sombras. Otra de las sombras se movió, lanzando un instante después una extraña masa blanca en dirección al monstruo que instantes antes había cruzado la formación de los aventureros, el animal cayó inerte en el suelo, y la sombra comenzó a acercarse al cuerpo, se detuvo a unos pasos de el, levanto los brazos y pronuncio unas palabras inentendibles pero solo con escucharlas entraban escalofríos por todo el cuerpo. El cadáver comenzó a agitarse cada vez mas rápido, como si tuviera algo en su interior que quisiera salir, podía apreciarse como iba rompiéndose la carne, hasta que una explosión deshizo todo lo que quedaba de carne, músculos y piel, dando lugar a un esqueleto. El engendro infernal se quedo mirando al grupo, con sus ojos rojos como su la luna hubiera entrado en cada una de sus cuencas oculares. Una leve susurro fue suficiente para que el esqueleto se abalanzara sobre el grupo de aventureros. Una lluvia de flechas cayó sobre el esqueleto, pero las flechas no eran útiles, pasaban entre sus huesos como si nada. Ya lo tenían encima cuando uno de los guerreros lanzo tremendas estocadas sobre el esqueleto, comenzando una dura batalla con el engendro.

Esto solo fue una distracción, porque tal y como el esqueleto llego al grupo, las sombras
comenzaron a moverse hacia ellos, primero lentamente dejando a la vista que no solo eran tres,
cinco sombras mas aparecieron detrás. En ese instante, las dos primeras figuras corrieron hacia el grupo con un gesto torcido en el rostro, estaban poseídos, solo querían sangre, solo querían matar. Iban equipados con tremendas lanzas que balanceaban de un lado a otro, alcanzando a casi todo el grupo de aventureros, hiriéndolos a prácticamente todos. En el descontrol de la batalla el resto de las sombras se hicieron visibles, dejando lugar al resto de atacantes, dejando lugar a una lluvia de flechas y magias que comenzaron a asolar el grupo de enemigos, que caían uno tras otro, no podían hacer nada, por mas que golpeaban a los dos lanceros no conseguían hacer que cayeran, solo podían huir, correr para salvar sus vidas.

Solo quedaban tres en pie, que comenzaron a correr en dirección opuesta a la que estaban los
endiablados adversarios. Uno de los atacantes comenzó a correr tras ellos, encantado con las mas
perversas artes, corría mas que ellos, alcanzando al mas rezagado de los tres, el cual solo pudo
girarse y ver como la hoja curva de una daga se le incrustaba en la garganta, dejándolo en el suelo sangrando hasta morir. Solo quedaban dos.

Uno de ellos, invocó a un ser místico, al cual se montó y desapareció en la intensa niebla, dejando al ultimo de los aventureros solo ante el caos de la batalla que acababa de producirse. Solo quedaba el, no podía hacer nada, moriría, pero si intentaría llevarse con el a alguno de sus enemigos. Apretó con firmeza el arco, se concentró al máximo, debía ser eficaz, solo disponía de dos flechas y el asesino de la daga se le acercaba. Tensó la cuerda, apunto en el centro del pecho y soltó la flecha. Directa en el blanco, un crujido en el pecho del daguero le hizo tambalearse, mientras miraba como la sangre manaba de la herida, solo pudo ver eso, instantes después cayó al suelo sin conocimiento.

El arquero no advirtió que mientras se fijaba en el daguero, el resto del grupo atacante ya
prácticamente le había alcanzado, disparo su ultima flecha contra uno de los lanceros, sin resultados efectivos. No tenia munición, solo le quedaba la daga, la cual extrajo de debajo de sus ropas y se abalanzó sobre los enemigos. Lleno de orgullo, intento avanzar unos metros, pero tres flechas le atravesaron el pecho, haciéndole retroceder de golpe, cayendo al suelo.

Para su horror lo ultimo que vio fue como el Dominador de los Muertos, se le acercó y con una
sonrisa perversa en el rostro, comenzó a pronunciar las mismas palabras que cuando apareció el
esqueleto...

Vince

A pesar de ser pleno verano, la noche se tornó frío y oscura, una niebla espesa ocultaba la entrada a las Ruinas Elficas. Los seis maestros estaban a la espera de ver si Vince había culminado su misión con éxito, si había conseguido los favores del antiguo Dios Elfico que residía en las ancestrales ruinas de la Isla de Talkin.

Había pasado mucho tiempo desde que se introdujo en las ruinas, entro al atardecer, y lo normalhabría sido que en un par de horas hubiera salido de nuevo, pero ya hacia unas tres horas quesobrepasaba la media noche. Los maestros comenzaron a preguntarse si habían hecho bien endejarle hacer la prueba a tan pronta edad, pero sus habilidades en el cambo de batalla le daban buen crédito. Sorprendidos por su tardanza propusieron enviar un grupo en busca del muchacho, quería saber que le había sucedido. Cuando estuvieron dispuestos, divisaron una figura en la entrada de las ruinas, una sombra que se veía a través de la niebla.

-Debe de ser el muchacho.- Inquirió uno de los seis maestros.
-¿Seguro? O ha cambiado mucho en su estancia ahí abajo o no es el. Parece mas grande y poderoso, no puede haber cambiado tanto en tan poco tiempo, no puede ser el.
-Tonterías, quién iba a ser si no. El Dios Elfico le habrá bendecido bien, hahahahahhahaah.-
Rió el tutor de Vince.

En ese mismo instante surgió andando pasivamente pero con un paso duro y firme, con las dos
manos asiendo con tremenda firmeza una gran alabarda y con el cuerpo cubierto por una poderosa armadura que solo dejaba al descubierto la cabeza. Para sorpresa de los maestros, en su rostro no se reflejaba alegría o satisfacción, no presentaba emoción alguna, pero sus ojos parecían distintos. Una mirada petrificadora, fría como un glaciar, que no auguraba buenas intenciones.

El grupo viendo esa figura aterradora comenzó a retroceder y a desenvainar sus armas, eran
expertos guerreros, pero jamás habían visto nada semejante. Se les aproximaba al mismo paso todo el tiempo, hasta que sin apenas darse cuenta, se abalanzo sobre el grupo blandiendo su alabarda en alto.

Los seis maestros, expertos guerreros, no tuvieron problemas en bloquear la embestida del chico, bloquearon la lanza sin problemas con sus escudos y lanzas, pero no atacaron, no querían herirle, quizás estaba confundido por el trance al que se le somete a los guerreros que piden el favor al Dios Elfico. Durante unos minutos no paso a mayores, eran golpes de lanza por parte de Vince y bloqueos sencillos. Repentinamente, Vince se quedó quieto, como si no estuviera en una lucha, como si no estuviera en su cuerpo, los maestros aliviados pensaron que se había recuperado del trance, pero en su rostro apareció una mueca, similar a una sonrisa, pero de aspecto diabólico, sus ojos se tornaron de un color oscuro, casi negro y bajo su poderosa armadura sus músculos se tensaron y prepararon para un tremendo ataque.

El grupo se percató del cambio que había sufrido el rostro del muchacho, y pretendían apartarse unos pasos, pero no les dio tiempo, en un pequeño lapso de tiempo, un rayo recorrió la lanza, luego otro, y así hasta cuatro, y sin la mas mínima interrupción dio un giro completo que abarco a los seis objetivos, dándoles un tremendo golpe que los dejó aturdidos durante un tiempo. Un tiempo que aprovechó para soltar otro tremendo golpe, esta vez mucho mas fuerte que desgarro el brazo derecho de uno de los seis maestros y que le rompió el cráneo a otros dos. Envuelto en un halo de furia y locura comenzó a dar giros sobre si mismo, con la alabarda como si fuera una extensión de su cuerpo golpeando repetidamente las defensas de los tres maestros que quedaban en pie, los cuales ya se habían recuperado del shock que les produjo el primer impacto. No eran capaces de detener semejantes acometidas, solo podían interponer el escudo para que el golpe no fuera mortal.

Con el siguiente ataque rompió los tres escudos de sus adversarios, los cuales veían con terror
como aparecían de nuevo los relámpagos en la albarda y un instante después, perdieron todo
conocimiento por unos segundos, unos segundos en los cuales perdieron también la vida, pues de
nuevo ejecuto el poderoso ataque, esta vez a media altura, segando por la mitad los tres contrincantes que quedaban de pie, aturdidos, inconscientes, muertos...

La adrenalina todavia corria por las venas de Vince cuando se giró para rematar el maestro que tenia el brazo desgarrado. Se había apartado un poco e intentaba tapar la herida, pero por falta de fuerzas o por terror, no fue capaz de levantarse. -Porqué Vince, porqué.- fue lo único que pudo pronunciar el maestro.

Con una sonrisa terrorífica en el rostro dijo:
“ El Caos reina ahora en las ruinas viejo maestro, vuestro dios ha sido destruido por mis propias
manos. El Caos fluye por mi cuerpo, me da un poder que jamas entenderás. Pronto otros miembros como yo sembraremos estas tierras de muerte, de sangre, para deleitarnos con el desorden y la anarquía, con el caos que reinaran las tierras, nosotros seremos los mensajeros, somos los Hijos del Caos. “

Mientras pronunciaba las ultimas palabras, lanzó su alabarda al aire y la cogió justo por debajo de la cabeza afilada, usando el mango como extremo ensartó a su maestro moribundo...

sábado, diciembre 23, 2006

El Reino de los Olvidados ( Capitulo 8: Persecución entre las sombras. )

(La hisoria comienza aqui--> El Reino de los Olvidados. Capitulo 1: El Encuentro)


Entraron en el túnel, uno tras otro, con Drizzit en cabeza. Estaba casi completamente oscuro, apenas podían ver a más de un par de metros delante de ellos con la visión normal. Los tres elfos oscuros adaptaron sus ojos a la oscuridad, usando su visión infrarroja, algo normal en su raza, ya que habitan en las profundidades de las montañas, donde no llega ni el mas pequeño rayo de luz.


Los tres orcos también poseían esta peculiar visión, pero no la tenían tan desarrollada como los drow. Anduvieron durante largo rato por el cada vez mas estrecho túnel a una marcha no muy rápida, no querían hacer ruido y eso con los tres orcos no era tarea sencilla, de haber estado solos los tres drow, no habría supuesto ningún problema, seguramente ya habrían alcanzado las voces que escucharon en la bifurcación. De repente se escucho un golpe seco en el suelo, golpe que creó un eco en el túnel que seguramente ya habría advertido a los que iban delante de ellos. Todos se giraron para ver de donde provenía ese ruido. Se giraron todos y advirtieron con estaba Waso tendido en el suelo, aparentemente inconsciente, se acercó Mandragora e inspeccionó al orco, se podían apreciar pequeñas heridas en su piel verde, en todos los lugares donde habían estado clavados los dardos de hielo. Por lo visto no eran simples proyectiles, iban dotados de algún hechizo.


-Por el aspecto de las heridas parece algún tipo de parálisis.- Dedujo Mandragora después de investigar las heridas.- Su dura constitución mezclado con la adrenalina liberada en la batalla deben de haber neutralizado el efecto del hechizo, pero al relajarse debe de haberle hecho efecto ahora.-


-Debemos esperar a que se recupere, no debe de ser tan poderoso si ha resistido las primeras envestidas del hechizo.- Dijo Urzak incorporando a su camarada apoyándole la espalda contra la pared lateral del túnel.- Pero no podemos perder el rastro que seguíamos, debería ir alguien a investigar.


-Dejad que vaya yo.- Se ofreció Drizzit.- Si para cuando Waso haya vuelto en si todavía no he regresado, continuad el camino, en caso de varias opciones en el camino, ellas sabrán que camino he tomado.- Concluyó mirando a las dos hermanas. Tal como pronunciaba las ultimas palabras, despareció sigiloso como la noche entre la oscuridad del túnel.



Se movía a toda prisa, pero sin hacer el mas mínimo ruido. Drizzit era un experto en la persecución y el espionaje, era uno de los mejores rastreadores que existían en estas tierras. Había recorrido ya el doble del trayecto que lo separaba de sus compañeros, cuando escuchó un ruido que provenía de mas adelante. Se detuvo para poder escuchar con precisión, agachado y apoyado contra la pared para ser lo menos visible, prestó atención de nuevo para tratar de averiguar que era lo que había escuchado. A los pocos segundos, pudo apreciar de nuevo el sonido, eran dos voces, nuevamente, esta vez hablando en un idioma desconocido para el elfo, a pesar de ser buen conocedor de la mayoría de las lenguas que se hablaban en estas tierras, no entendía ni una sola palabra. Decidió acercarse un poco mas para tratar por lo menos de ver a los desconocidos. Sigilosamente se deslizó pegado a la pared, tenia que cuidar hasta el mas mínimo detalle, si no apreciaba el brillo de ninguna luz quería decir que ellos también podían ver en la oscuridad, así que tendría que tratar de no hacer ningún ruido y usar cualquier escondite que le proporcionara el terreno.


Poco mas adelante de donde se encontraba el camino torcía a la derecha y las voces se hacían cada vez mas audibles. Decidió cambiar su posición y pegarse a la pared opuesta a la que estaba, ya que si permanecía donde estaba, en cuando se acercase a la curva, seria fácilmente visible. Con un grácil salto girando en el aire para poder aterrizar con la espalda justo pegada a la pared sin hacer el mas mínimo sonido, se posicionó en la pared opuesta y continuó su avance, cada vez mas lentamente, tenía a sus objetivos a la vuelta de la esquina. Poco a poco se acerco a la curvatura del camino, totalmente adherido a la pared, apenas podía apreciarse su presencia aunque pasaras a unos centímetros de el, se acerco los últimos metros a la posición deseada y miro a la vuelta de la curva, viendo por fin a sus objetivos.

miércoles, diciembre 20, 2006

El Reino de los Olvidados ( Capitulo 7: Voces. )

Divisando la masacre agazapado en uno de los salientes no se perdía detalle. -Impresionante poderío físico.- Dijo para si mismo. Sin mas dilación desapareció entre las sombras de nuevo.


El lanzamiento de proyectiles iba disminuyendo conforme se daban cuenta que era imposible herir a semejante mole. El hechicero comenzó a formular un nuevo hechizo, fijando su atención en el orco que se les acercaba, no estaba seguro de si le daría tiempo a finalizarlo antes de que llegara su enemigo, pero era lo único que podría detenerlo. Conforme iba formulando las palabras del hechizo, la estancia se tornaba mas oscura, como si el hechizo absorbiera la luz. El grupo de Hombres de Hielo que se encontraba junto al hechicero empezaba a ponerse nerviosos, alguno de ellos incluso se giro y salió corriendo, no confiaban en que su hechicero concluyera el hechizo antes de que llegara la horrible bestia. Cada vez se oscurecía mas la estancia, la oscuridad reinaba casi al completo, pero eso no impidió que Waso tuviera fijado su objetivo, en un alarde de furia esprintó hacia el hechicero, colocándose la lanza en la espalda y agarrando su hacha del cinturón. El hacha brillaba de una forma extraña, una luz que no era absorbida por el hechizo que se estaba formulando. El hechicero tenia los ojos cerrados, concentrado lo máximo que podía, cunado de repente escuchó un grito de terror de uno de sus soldados, abrió los ojos, justo a tiempo para ver como el hacha del tremendo orco bajaba sobre su cabeza. Un chasquido resonó por toda la sala, al mismo instante que la luz volvía a llenar la estancia, dejando entrever como el hacha del orco había partido por la mitad al hechicero.

Los Hombres de Hielo que no habían huido, no dudaron esta vez , salieron despavoridos por miedo a que el orco se fijara en ellos. Mas abajo, en el grupo principal, los ánimos de los Hombres de Hielo, habían menguado en gran medida, a pesar de la oscuridad de hace unos instantes, la ofensiva de los dos orcos no cesó y las bajas en las filas de los seres gélidos siguió aumentando. Ahora eran ellos los rodeados, Waso por la retaguardia, Murak y Urzak por la vanguardia, no tenían ninguna opción, y menos quedando solo quince de ellos en pie. Salieron corriendo por donde no estaban los orcos, desaparecieron entre las sombras.



-Tendías que haber presenciado el combate, te aseguro que son ellos, nadie es capaz de hacer algo similar, excepto El.- Comentó con su compañero mientras andaban por los túneles oscuros.

-Esperemos que tengas razón, si no, estamos perdidos.-



Waso regresó con sus compañeros, todavía le quedaba algún dardo clavado cuando llegó, iba quitándose los mientras caminaba, los miraba fijamente y los arrojaba al suelo con desprecio.

-Hora de irse.-Dijo Urzak levantándose.

-Esperemos no tener mas contratiempos como este, nos retrasan demasiado.- Comentó Bekita mientras envainaba sus espadas. El resto del grupo hizo una gesto de aprobación mientras se ponían en marcha.

Atravesaron el resto de la caverna sin contratiempos. Llegaron a una nuevo túnel, era la única salida por la cual podían salir, estaban seguros de que había infinidad de puertas, pero ellos eran incapaces de verlas, y aun así, serian incapaces de atravesarlas, solo los Hombres de Hielo podían cruzar sus puertas mágicas.

El túnel era similar al que usaron para acceder a la caverna, ancha al principio y que a medida que avanzabas se iba estrechando. La única diferencia era que de vez en cuando se cruzaban con alguna obertura lateral, que daba pié a otro pasadizo, pero no era momento de ponerse a investigar hacia donde se dirigían esos pasadizos, tenían que llegar lo antes posible a su destino.

Tras caminar media hora sin ver ninguno de los peculiares pasadizos, se toparon de frente con una bifurcación, Waso miró el mapa, el cual extendió sobre el suelo para que el resto del grupo pudiera verlo también.

-¿Alguna sugerencia?- Dijo Waso en cuanto todos hubieron mirado el mapa.

El mapa indicaba claramente donde se encontraban y hacia donde tenían que ir, pero no el recorrido que deberían de tomar. La marca roja, indicando el final de su travesía, se encontraba justo en linea recta a donde se encontraban ellos, cosa que no ayudaba en absoluto a decidir que ruta tomar. Mientras discutían que entrada tomar, Drizzit se levantó y les hizo callar. Salió despedido hacia una roca que se encontraba un poco mas adentro de la entrada de la derecha, se acurruco tras el y asomo lo mínimo posible la cabeza para poder divisar lo que oía. El resto del grupo se quedo a la expectativa, conocían bien el fino oído del elfo. A los pocos minutos, Drizzit regresó junto a ellos.

-¿Qué has visto?- Preguntó Mandragora en una voz no muy audible.

-No he visto nada, el túnel tuerce a la derecha a unos cuantos metros, pero he escuchado dos voces, hablando en lengua común. Parecían estar discutiendo. Alcancé a oír que hablaban de El...- Contestó Drizzit.

-¿Qué decían exactamente, Drizzit?- Preguntó Urzak en un tono seco. Mientras se acercaba un poco a la entrada del túnel para intentar escuchar algo.

-Algo de llegar hasta El con SU ayuda. Luego su voz se perdió en la lejanía del túnel.- Contestó el elfo.

-¿Estás seguro de lo que dices, elfo?, ¿Legaron a pronunciar su nombre?- Dijo Waso.

-Estoy completamente seguro de ello. Deberíamos seguirles y sacarles información.- Propuso Drizzit.

-No tenemos más remedio. - Dijo Bekita.

-En marcha entonces. Vigilad de hacer el mínimo ruido posible, no podemos perder esta oportunidad. -Concluyó Drizzit.

En cuanto Waso guardó el mapa se pusieron en marcha, aquel fragmento de conversación que había escuchado Drizzit, les había llenado de curiosidad y ansias de saber quien osaba hablar de El usando su nombre real.



Capitulo 8: Persecución entre las sombras.

sábado, noviembre 25, 2006

El Reino de los Olvidados ( Capitulo 6: La Bestia Verde. )

La lluvia de flechas y hechizos seguía machacando a los Hombres de Hielo, caían uno tras otro, pero no daría tiempo a matarlos a todos, ya estaban encima. Waso irguió la lanza y con todas sus fueras hizo un tremendo barrido que dio de pleno a cuatro adversarios dejándolos fuera de combate. Las bajas eran reemplazadas por nuevos efectivos tan pronto como caían, y venían con mas furia que los derrotados, no estaban dispuestos a permitir una intrusión así en sus tierras, en su hogar.

Mientras tanto Bekita comenzó su baile mortal, con las espadas firmemente agarradas por las empuñaduras, parecía un torbellino mortal. Los adversarios no sabían donde pegar, no veían mas que una figura negra girando y cortando, haciendo fintas prácticamente imposibles que acababan siempre de la misma forma, un enemigo destrozado en el suelo. Tres Hombres de Hielo se abalanzaron sobre ella con sendos brazos convertidos en mortíferas espadas, lanzaban estocadas y barridos para tratar de encontrar un hueco por donde herir a la drow, pero hacia falta mas que eso para alcanzarla, años de entrenamiento servían no solo para atacar, si no también para formar una de las mejores defensas en el combate cuerpo a cuerpo. Uno de los atacantes lanzó una estocada a media altura, mientras, en perfecta combinación, otro hizo un movimiento desde el lateral con ademan de cortar a la altura del cuello, una de las espadas se interpuso rápidamente en la trayectoria que pretendía segarle la cabeza, mientras con un movimiento ágil esquivo sin problemas la estocada, colocándose justo detrás de uno de los adversarios para con la espada libre partirlo en dos.

Ante semejante velocidad de movimientos, no podían hacer nada, trataron de hacer un segundo ataque combinado entre los dos que quedaban en pie, pero el resultado fue incluso peor que el anterior, esta vez, anticipándose a los movimientos de sus enemigos, Bekita se agacho y con un simple movimiento segó los brazos del primero de sus atacantes, rodó por el suelo y con el impulso al levantarse empujó al segundo contrincante al suelo para luego saltar encima de el ensartando ambas espadas en la cabeza del abatido enemigo.

Al mismo tiempo, en la zona opuesta del circulo, Urzak blandía su enorme espada de un lado a otro hacia movimientos que mantenían a raya a los Hombres de Hielo, cortando a todo aquel que osara acercarse le. De repente se abalanzaron cuatro engendros gélidos sobre el orco, pillando de improvisto a este, habían casi surgido de la nada, atacando con un ansia brutal. Urzak recibió dos estocadas en sendos brazos, pero para sorpresa de los atacantes apenas se inmuto, su piel era dura como la misma roca, hacia falta mas que una simple estocada para atravesar la. Henchido de rabia por haberle superado las defensas, Urzak comenzó a mover la espada de izquierda a derecha y viceversa, todo lo que osaba acercarse corría riesgo de ser cortado o aplastado. No le hizo falta mucho mas, ya que los adversarios estaban prácticamente encima de el y cayeron en dos barridos.

Lleno de adrenalina, Urzak estaba ansioso de que se acercaran mas enemigos, cunado repentinamente notó un pinchazo en una de las piernas, miró hacia abajo para ver que lo había provocado y aprecio un dardo de hielo clavado en el muslo, no era como los que había esquivado en el túnel, estos dardos estaban hechizados, fortalecidos para poder romper la dura piel de los orcos. Levantó la vista para ver de donde había venido el disparo y a unos metros del grupo ofensivo de los Hombres de Hielo se encontraba un pequeño destacamento de lanzadores de dardos, con un hechicero encantando los proyectiles.

-¡¡Tenemos problemas!!- Gritó Urzak señalando como podía al grupo de lanzadores de dardos.-Drizzit, Mandragora intentad abatirlos, no creo que podamos llegar hasta ellos con todo esto aquí delante.- Ordenó el orco.

-Al hechicero -Propuso Drizzit.

Sin pensarlo dos veces, los dos drow centraron su ataque en el hechicero para evitar que encantara los proyectiles. Lanzaron una descarga de flechas y hechizos directamente sobre el hechicero, pero no pareció afectarle lo mas mínimo. Las flechas salieron despedidas hacia todas direcciones y los hechizos desaparecieron poco antes de impactar sobre el objetivo.

-Tienen una barrera mágica, hay que acercarse a ellos. - Dijo Mandragora.

-Limpiarme un poco el camino, y déjamelo a mi.- Contestó Waso mientras asía con fuerza la lanza.

El orco concentro sus fuerzas y soltó un grito estremecedor, y como ocurriera anteriormente con Murak, sus músculos se hincharon y agrandaron y una mueca de furia apareció en el rostro de Waso. Como poseído por el mismísimo Diablo, se abalanzo sobre el grupo que tenia delante, arrollando en primera instancia a los mas desprevenidos y ensartando con la lanza a los que les seguían. Duro poca esta acometida, en un instante se vio rodeado completamente por mas de diez adversarios dispuestos a no dejar nada del orco. Tal como se le echaron todos encima, comenzó a girar la lanza de un lado a otro, aremeteindo contra todos los enemigos. No había ni uno solo que en este primer instante no hubiera recibido un golpe de la bestia verde. Viendo que con estos diez no seria suficiente, otros cinco se sumaron al grupo, dejando con menos efectivos la ofensiva al resto del grupo de compañeros. Waso seguía girando y golpeando con la lanza, en uno de esos barridos destrozo el cuerpo de dos Hombres de Hielo, les alcanzo justo en el tórax. Los otros trece atacaron al unisono, golpeando al orco por todos lados, estaba en una situación peligrosa, no tenia mucho espacio para golpearlos a todos, los tenia prácticamente pegados, clavando le las espadas y haciéndole cortes por todo el cuerpo. Uno de los Hombres de Hielo, con el brazo transformado en una gran maza congelada, le dio un tremendo golpe en la cabeza, dejando al orco en un estado de shock.

Estos pocos segundos que estuvo sin conocimiento, recibió una tremenda cantidad de golpes y cortes que lo dejaron casi al limite de sus fuerzas, recobro el conocimiento medio tumbado en el suelo. -¡¡No me venceréis tan fácilmente!!- Gritó mientras se levantaba como podía. En ese instante, reunió todas las fuerzas que le quedaban y soltó un grito estremecedor, que hizo temblar hasta las estalactitas que colgaban en lo mas alto de la galería. Se podía apreciar como su cuerpo parecía mas grande, mas poderoso, cogió de nuevo su lanza y de un solo golpe tumbo a cuatro adversarios, y sin perder un segundo, se tiró de cabeza a por los ocho restantes, soltando un vendaval de golpes destrozando y rompiendo los ahora débiles cuerpos de los Hombres de Hielo.


Aterrorizados por semejante furia in contenida, el grupo de lanzadores de dardos centraron todo su poder ofensivo en la masa verde que se les venia encima. Unos segundos después, Waso tenia el cuerpo lleno de dardos clavados, pero parecía no hacerle efecto ninguno, seguía corriendo hacia ellos con el gesto torcido por la rabia, con la lanza en alto para que vieran cual iba a ser el objeto de su muerte.




Capitulo 7: Voces.

viernes, noviembre 24, 2006

El Reino de los Olvidados ( Capitulo 5: Viento y flechas. )

Murak se giro con cara de satisfacción mientras se colocaba la pesada maza sobre el hombro.

-Murak querer romper mas Hombes de Hielo.

-Tranquilo Murak, ya aparecerán más, por eso no te preocupes. Ahora vamos, tenemos mucho camino por recorrer. -Dijo Mandragora mientras recorría con la vista las zonas mas alejadas de la caverna.

Reanudaron la marcha encaminándose a una abertura que se apreciaba al final del todo. Su paso era ligero, no debían de perder ni un instante, no podían arriesgarse a perder mas tiempo en batallas que no eran necesarias.

-En la próxima refriega ataquemos todos, no podemos perder el tiempo solo por satisfacción de uno de nosotros. - Propuso Waso.

Parecía que sus palabras fueron escuchadas por los entes que abitaban El Paso de Greshall. En el instante en el que cubrieron la mitad del trayecto que les separaba de la salida de la caverna, escucharon unos cantos extraños, susurros parecidos a entonaciones mágicas. Mandragora concentro el poder en aumentar el umbral de su luz mágica para poder ver de donde procedían los cantos, y cual fe la sorpresa del grupo cuando vio a cuatro clérigos apostados en los niveles superiores, eran similares a los cinco con los que se habían enfrentado anteriormente, pero estos estaban recubiertos por un halo extraño que le otorgaba poder y protección mágica.

Al advertir a los nuevos contrincantes, fuera del alcance de los tres orcos, Mandragora comenzó a recitar sus propios conjuros. Se podía apreciar como comenzaba a concentrarse el viento, poco a poco, se formaba un pequeño huracán delante de la hechicera drow. Tal como iba subiendo el volumen de la voz de Mandragora, el huracán se hacia mas grande. Tanto Bekita como Drizzit se apartaron unos pasos de ella, ya notaban como eran atraídos por el poderoso hechizo, vieron como la drow estaba en un trance completo, con los ojos completamente blancos y recitando en una voz aterradora unas palabras que solo los hechiceros de mas alto nivel podían pronunciar y comprender.

Súbitamente se hizo el silencio alrededor del grupo de amigos, una calma, una quietud fuera de lo común, solo se oía el canto de Mandragora, hasta que dejo de pronunciar la ultima frase, en ese mismo instante gritó una ultima palabra y el tremendo huracán salio despedido hacia el grupo de clérigos, que atónitos cortaron en seco sus hechizos ofensivos para pretender defenderse como fuera de semejante ataque. El caos reino entre los clérigos que en el ultimo instante solo pudieron taparse con sus brazos, gesto inútil, antes de que el huracán se dividiera en cuatro esferas de viento que al impactar contra cada uno de los objetivos soltar un un tremendo chasquido, todo el poder de un huracán reducido en una esfera de menos de medio metro de diámetro surgió e hizo añicos cada uno de los adversarios.

Los seis compañeros se quedaron un tanto inquietos, no podía ser que los tan temibles Hombres de Hiel ofrecieran una resistencia tan pobre. Solo se habían enfrentado con nueve seres, algo completamente inusual porque las leyendas relatan emboscadas en las que participan grandes cantidades de de estos seres gélidos. Con precaución retomaron el camino, al dar un par de pasos solo, comenzaron a ver como salían Hombres de Hielo de todos lados, en cuestión de segundos estaba rodeados por al menos tres docenas de enemigos con ansias de desangrar a sus rivales invasores.

Entonando cánticos ancestrales, se aproximaban poco a poco cerrando el circulo en el centro del cual estaba el grupo de aventureros. Viendo la inevitable batalla, Bekita comenzó con sus danzas de nuevo, había que prepararse a fondo. Waso apretó con fuerza la lanza y concentro sus fuerzas, al igual que los otros dos orcos, en fortalecer su cuerpo. Drizzit extrajo tres flechas del carcaj y las coloco una encima de otra en el arco, no harían mucho, pero por lo menos distraería la atención de unos cuantos. Los tres orcos y Bekita se posicionaron formando un circulo alrededor de Mandragora y Drizzit, eran el muro de contención, el primer impacto.

En cuanto estuvieron a la distancia suficiente, Drizzit comenzó con su lluvia de flechas, y Mandragora lanzaba pequeños hechizos de viento, que herían a los objetivos, pero no cesaban su acometida. -Apuntemos al mismo, Drizzit, entre los dos podremos matarlos.- Dijo Mandragora señalando le su próximo objetivo. La combinación de huracanes y flechas, hacían mella en los enemigos, caían de uno en uno, lentos, pero caían.

Cada vez se acercaban mas deprisa, bajaba el numero de enemigos gracias a la coordinación del arquero y la hechicera, pero todavía habían muchos. Bekita comenzó a lanzar sus hechizos propios, habilidades oscuras, propias de drows, de poco poder, pero así ayudaba a su hermana y a Drizzit en la labor de mermar lo máximo posible las filas enemigas. Sus espadas comenzaron a brillar intensamente, tenían sed de batalla, notaba como el poder fluía por sus manos apoderándose de ella un ansia por lanzarse contra los contrincantes, pero debía de permanecer quieta, debían de mantener la formación.

Unos metros mas y estarían encima...



Capitulo 6: La Bestia Verde

martes, noviembre 14, 2006

El Reino de los Olvidados ( Capitulo 4: Fuerza bruta. )

A medida que el grupo iba avanzando el camino se estrechaba cada vez mas, lo que antes era un túnel inmenso ahora era un pequeño túnel que les obligaba a ir en fila india, cosa que no les hacia ninguna gracia, demasiado fácil para una emboscada. A parte del estrechamiento del túnel, también podían notar como poco a poco iban descendiendo y a su vez la temperatura hacia lo mismo, cada vez el frío era mas intenso, la oscuridad mas impenetrable y el camino mas estrecho. Decidieron aligerar la marcha para con suerte encontrar un recinto mas grande donde poder defenderse en caso de encontrarse con los Hombres de Hielo.

Urzak paro en seco, haciendo que Bekita se chocara con la espada que llevaba en la espalda. -¿Qué sucede?- Preguntó en un tono bajo. La única respuesta del orco fue un ligero sonido que salía de sus labios y una mano levantada en señal de que todo el mundo se quedara quieto. Lentamente agarro el mango de su espada con ambas manos, y se dispuso en posición de ataque. Aun que no fue eso precisamente lo que hizo, como si fuera una pluma, Urzak movió la tremenda espada colocándola justo delante de su rostro, quedando esta con la parte plana mirando hacia su cara. Un dardo de hielo se estrello contra la espada haciendo un ruido seco y rompiéndose en mil pedazos. Otro dardo pasó volando justo por encima de la cabeza del orco, acabando por chocarse contra la pared lateral. Comenzó a caminar hacia adelante con un paso cada vez mas ligero, no habían mas dardos, pero Urzak no quito la espada de delante por precaución.

Tal como iban avanzando, casi al trote, se podía apreciar que el túnel se ensanchaba de nuevo, hasta tal punto que de repente se encontraron en una tremenda gruta, la luz la inundo por completo, dejando visibles centenares de pasadizos y corredores por todos lados. En el mismo instante que entraron los seis en la caverna, aparecieron salidos de la nada, cinco seres transparentes como el hielo, con un aspecto semi humano. Sus extremidades se convirtieron en diferentes armas, y sin mas preámbulos se lanzaron sobre el grupo con un ansia mortal. Antes si quiera de que apareciesen los cinco seres, Bekita había comenzado sus danzas, atributos mágicos que nos otorgaban poder y agilidad en la lucha. Pasaron a disposicion defensiva, los tres orcos plantaron cara a las cinco criaturas que venían como una furia, detrás de el muro que habían montado los tres orcos, estaba Drizzit, lanzando una lluvia de flechas que habría destrozado un batallón entero de goblins, pero su efecto en estas criaturas heladas era mas bien escaso, debía concentrar su fuego en uno de los enemigos, debía concentrar el poder en una de sus flechas. Tensando lentamente y pronunciando una serie de palabras en su idioma natal, se podía apreciar como la flecha brillaba cada vez mas fuerte, conforme concluía el conjuro, el arco se tensaba mas y mas, y en el mismo instante que pronuncio en voz alta la ultima de las palabras, soltó la flecha. La flecha, envuelta en un halo de energía salio despedida, a una velocidad inusual en una flecha, dejando tras de si una estela blanquecina, iba dirigida al primero de los cinco atacantes. Este viendo venir la flecha, interpuso su brazo izquierdo en la trayectoria, para para el flechazo con el escudo en el que se le había convertido la extremidad, pero para su sorpresa, la flecha atravesó la defensa sin dificultad alguna finalizando su vuelo justo en su cabeza. Una pequeña explosión de energía deshizo en centenares de trozos al objetivo. Ahora quedaban cuatro. Sorprendidos por el tremendo ataque del arquero, alimentaron mas sus ansias por acabar con los intrusos, sabían que no podían dejar tirar otra de esas flechas al arquero. Uno de ellos se paró en seco, y salio corriendo hacia su izquierda, perdiéndose de repente en la nada.

Los tres adversarios que quedaban ya estaban a menos de tres metros de distancia cuando Murak soltó un grito estremecedor, se podía apreciar claramente como sus músculos se tensaban al máximo mientras apretaba con fuerza tremendo martillo. En una explosión de rabia y fuerza bruta, Murak salto hacia delante con su arma sujeta con ambas manos arrastrando la cabeza del martillo por el gélido suelo, dejando un surco tras de si, en cuanto llego a la altura del primero de los atacantes, con una velocidad impresionante levanto el martillo, girándolo para que la parte frontal de la maza diera de lleno en el objetivo. El Hombre de Hielo trato de hacerle frente, pero era imposible parar semejante ataque, el martillo le dio de lleno en el costado, partiendolo en dos como si fuera un bloque de hielo, aprovechando el balanceo del arma, se giro hacia el siguiente objetivo, que se quedo perplejo de la tremenda embestida que había sufrido su compañero. Consiguió esquivar el golpe, que dio en el suelo pasándole a pocos centímetros del pecho, el martillo se incrusto en el suelo por la potencia del movimiento, momento en el que el Hombre de Hielo pensó en atacar, ya que pensaba ver descuidada la defensa del orco, ya que el martillo de este se encontraba atrapado en el duro suelo.
Con su brazo derecho convertido en una espada de hielo, dio una estocada por el flanco izquierdo de Murak, quien al ver el ataque dio un salto hacia atrás, soltando la empuñadura de su arma. Un nuevo ataque del ser helado, esta vez con el brazo derecho convertido en una tremenda hacha, tenia como objetivo el cuello del orco, pero cual fue su sorpresa cuando este consiguió agacharse en el ultimo momento y plantarse de un salto justo delante de el. Sin pensarlo dos veces, Murak cogió con la mano abierta la cabeza de su rival, con otro grito estremecedor, lo levanto por los aires y lo lanzo contra una pared que había a unos diez metros, el impacto fue brutal, el Hombre de Hielo quedo totalmente fraccionado. Solo quedaba uno, que se había quedado parado observando la impresionante fiereza del orco y antes de que pudiera reaccionar ya tenia al orco corriendo hacia el con el martillo de nuevo en sus manos, esta vez levantado por encima de su cabeza, lo dejo caer justo encima del enemigo, haciendo que este estallara dejando el único rastro de una nube de polvo blanco.


Capitulo 5: Viento y Flechas

lunes, noviembre 13, 2006

El Reino de los Olvidados ( Capitulo 3, Camino al Paso de Greshall.)

Después de varias horas explicándole a Drizzit y Murak todo lo que le habían averiguado, comenzaron a trazar la mejor ruta para adentrarse en las montañas. No era nada sencillo, ya que estas tierras son duras, tanto por la climatología como por la diversa variedad de seres que habitan en ella. Había una ruta hacia clara, un camino que parecía casi marcado en el mapa, el mas usado por la gente que osaba adentrarse, pero también era el mas largo, y los seis compañeros no quería perder el tiempo.

Encontraron varias rutas alternativas, aunque ninguna de ellas les satisfizo, algunas veces porque era incluso mas larga que la primera, y otras porque era practicamente imposible cruzar la zona que querían atravesar.

-Y si cruzamos por El Paso Greshall. -Propuso Urzak.- Se que es un poco arriesgado, pero creo que no tenemos otra alternativa.

Los tres drow se miraron unos a otros poco confiados, no les gustaba nada esa ruta, era bien conocido por toda la región la tribu de Hombres de Hielo que dominaban esa zona, unos seres que no veían con muy buenos ojos que foráneos entrasen en su preciado territorio congelado. Esta tribu no daba nunca una bienvenida cálida, atacaban sin preguntar, y sus estrategias de combate eran impresionantes, dado que la eran seres hechos casi al completo de hielo, y se podían camuflar como si fueran rocas congeladas o cualquier cosa similar.

-No tenemos mas remedio, hermana, es el único camino que nos queda. - Espetó Bekita a su hermana Mandragora.

-Tendremos que ir con muchisimo ojo, no quiero caer en una trampa de los Hombre de Hielo. - Respondió Mandragora mientras revisaba su libro de hechizos.- Lastima no tener hechizos de fuero lo suficientemente poderosos.

-No os preocupeis demasiado, tenemos una buena baza a nuestro favor, ¿verdad Murak?. - Comento Urzak dandole una palmada en el hombro.

-Murak romper agua dura, Hombres de Hielo ser agua dura, Murak romper Hombres de Hielo.

-De todas formas no podemos echarnos atrás, sabemos lo que esta en juego, hay que irse cuanto antes. -Comento Waso mientras se levantaba y plegaba el mapa.

A los veinte minutos estaban ya en marcha, dirección a Draken para ultimar su cargamento de pociones y unguentos. Iba a ser un viaje duro, había que preparase bien. Una vez todos listos, se pusieron en camino. Siguieron el camino hasta llegar a lo que parecía un cruce, el camino que venia de la ciudad seguía claramente recto, pero a la izquierda se apreciaba un pequeño camino, que serpenteaba entre arboles congelados y rocas, se dirigía directamente a la ladera de una montaña que se veía completamente blanca por la nieve. El grupo tomo el pequeño sendero, ya que el otro camino les llevaría demasiado tiempo hasta llegar a su primer objetivo, la entrada a la montaña.

Poco a poco se podía apreciar como el terreno estaba cada vez mas desolado, solo había hielo y nieve, no se oía nada mas que el ruido de las botas en la nieve y el silbido del gélido viento que asolaba la zona. Habían dejado atrás el pequeño tramo del serpenteante sendero y ahora iban en linea recta hacia la montaña que tenían enfrente. Mientras seguían andando notaban como sus paso eran cada vez menos firmes, hasta que a Waso le dio por agacharse y quitar la capa de nieve que había. Se podía apreciar claramente como estaban caminando por encima de un lago congelado.- Vamos, aligeremos el paso, no tiene porque romperse, pero no hay que arriesgarse.- Dijo mientras se levantaba y aceleraba el ritmo. Siguió andando hacia adelante, despejando cada pocos metros la nieve con el pie para ver si todavía seguían sobre el lago congelado. A los pocos minutos ya se encontraban de nuevo sobre tierra firme.

Habían avanzado mucho, ya estaban llegando a la ladera de la montaña, llevaban casi todo el día caminando, así que decidieron parar para recuperar algo de fuerza. Buscaron un sitio refugiado del frío viento, una enorme roca que se encontraba a pocos metros de donde estaban. No podían quedarse mucho rato en el mismo sitio, el frío acataría por mermar la condición física de los drow, que no eran muy dados a estas temperaturas, así que se pusieron en marcha de seguida.

Dejaron atrás la roca y se encaminaron directos hacia la montaña, en la cual ya se divisaba la entrada, una abertura de poco mas de dos metros y medio de diámetro, pero que estaba perfectamente tallado en la roca. No tardo mucho hasta que llegaron a la entrada y los tres orcos entraron sin mas, en cambio las dos hermanas drow y el arquero se quedaron justo en la entrada.

-El Paso de Greshall...- Dijo Bekita con una voz casi inaudible y con un tono poco convencido.

-No hay mas remedio, tenemos que cruzar la montaña por aquí.- Contesto Drizzit mientras tensaba la cuerda de su arco para comprobar si estaba preparada.

Con paso firme, los tres drow entraron en la cueva, a pocos metros estaban los tres orcos esperandolos sin ningún rastro de preocupación en sus rostros. Los Hombres de Hielo eran uno de los enemigos mas temidos por los drow, apenas tenían enfrentamientos, ya que los drow habitaban mas adentro de las montañas, pero los pocos enfrentamientos de los que se han tenido noticia, no salieron muy bien parados los elfos oscuros. La visión de los drow en la oscuridad no les sirve de mucho cuando luchan contra criaturas que no desprenden calor alguno, apenas alcanzan a verlos.

-Elfos asustados, ¿temer agua dura? - Dijo de repente Murak que había estado sin decir nada todo el trayecto.

-Creo que no has visto muchos, Murak, deberías tener cuidado con ellos. - Contesto Drizzit mientras veía como Murak daba golpecitos con su martillo contra una gran roca de hielo.

-Dejale, seguro que tiene ganas de divertirse, un viaje tan tranquilo le aburre.- Dijo Waso.

-Deberíamos encender algo de luz, sera mas útil la luz en la lucha contra los Hombres de Hielo. - Propuso Mandragora mientras preparaba un hechizo sobre su propia vara.

En cuanto concluyo el hechizo, un halo de luz ilumino toda la estancia, dejando visible todo lo que se encontraba en ese radio. Siguieron el único camino que había, un camino ancho y alto, con tremendas estalactitas colgando del techo, amenazadoras y brillantes. El camino era recto, pero no se podía apreciar a donde se dirigía, solo se veía oscuridad.


Capitulo 4: Fuerza Bruta

viernes, noviembre 10, 2006

El Reino de los Olvidados ( Capitulo 2, Buscando entre torturas )

Murak y Drizzit se quedaron perplejos. Por fin sabían el paradero, tras años de búsqueda, tras años de investigación y sobre todo de torturar a aquellos que no nos querían revelar la información de su paradero. Humanos y Elfos de la Superficie le tendieron una trampa, El era demasiado poderoso para ellos, le temían y no eran capaces de derrotarle. No sabíamos que le había pasado, pero pronto empezamos a atar los cabos sueltos hasta dar con los responsables del engaño. Acorralados como se encontraban los humanos culpaban a los elfos y viceversa, no sacaron nada en claro, hasta que decidieron usar la tortura para sacar información, costo bastante, sobretodo encontrar a las personas adecuadas. Consiguieron encontrar un humano que fue participe de la mayor parte del engaño, al principio no decía nada, hablaba de honor y de lealtad, y que El recibía lo que se merecía, que luchaba por unos principios y que nunca revelaría la información que tan ansiosamente buscaban los compañeros. Pero como humanos que era, no podía resistirse a la hechizos de control mental que poseen los elfos drow, capaces de torturar la mete hasta retorcerla sin necesidad de tocar un solo pelo de la víctima. Con la cara contraída por el dolor que su mente le hacia creer que sufría y por las infinitas pesadillas y horrores que le hicieron ver, al final acabo delatando a sus aliados, los Elfos.

Los elfos eran seres mágicos, al igual que sus parientes lejanos los drow, pero no era un problema. El elfo desistían los ataques mentales de tortura que le intentaban inducir los drow. Tras varios días intentando penetrar en su mente sin resultados, le llego el turno a los dos orcos, Waso y Urzak, ya que no se podía sacar información de una forma, había que intentarlo de la otra, mas arriesgada, porque bien era conocido que los orcos eran un tanto impulsivos y no querían perder a su víctima, por la información tan valiosa que poseía. Para no arriesgarse, pretendían asustar al elfo intimidandole y gritandole, pero como era de esperar, decía lo mismo que el humano, - No traicionarare a mi gente y menos por El, espero que los rumores de su muerte sean ciertos- Decia el elfo, el pobre elfo, porque solo hizo que incrementar la rabia interna de sus captores, los cuales comenzaron a "jugar" con el. La fuerza descomunal de estas criaturas verdes ayudo mucho en la tarea, partían husos con una facilidad que aterraba al que presenciaba la escena. - Seras fuerte mentalmente, elfo, pero el dolor es la mejor llave para entrar a tu cabeza- Espeto Urzak mientras le rompía el antebrazo.

Tras horas de tortura consiguieron la deseada información que estuvieron buscando durante 4 largos años. La trampa le había guiado a lo mas interior de las montañas del norte, las que rodeaban Draken. Unas montañas que estaban habitadas por los seres mas extraños y peligrosos que se puedan imaginar, pero eso no fue lo que preocupaba al grupo, El estaba por encima de todos, excepto de uno. Las leyendas cuentan que en lo mas profundo de las montañas, mas profundo que cualquier mina de enanos, que cualquier ciudad drow, habita un espectro, un espectro que surgió del inframundo, de otro mundo, de otra existencia, con el solo deseo de matar a todo lo que pueda para alimentarse de las almas de los caídos. Se dice que consiguieron mantenerlo encerrado en lo mas profundo de las montañas con puertas mágicas y hechizos de contención.

Según los elfos, el espectro era el único que podría acabar con El. Tras muchos planes rechazados e ideas sin fundamentos, llegaron a una que suponían no podría fallar. No era fácil engañarle a El, pero si a otras personas que lo llevaran hacia el espectro. Los elfos y los humanos sabían que sus pupilos ansiaban llegar a ser como El, codiciaban ser poderosos y harían muchas cosas para llegar a serlo. Les hicieron creer que existía un objeto mágico escondido en lo mas profundo de las montañas que les daría la fuerza y los conocimientos que tanto ansiaban, pero que era peligroso llegar hasta el, ya que se trataba de uno de los relicarios dispuestos para mantener cerradas las puertas que contenían al espectro. Fue el cebo perfecto, una vez ellos se encaminaron hacia las entrañas de la montaña, le hicieron saber a El que es lo que sucedía y fue tras ellos, cuando llego, ya era tarde, el espectro estaba liberado y dio comienzo La Gran Batalla.

No se sabe mas de lo que sucedió en aquel lugar, solo se suponen cosas de los informadores que osan acercarse, pero que no se atreven a adentrarse mas por miedo a morir.


Capitulo 3: Camino al Paso de Greshall

El Reino de los Olvidados (Capitulo 1 El encuentro)

-¡Murak por aquí! Deja a ese, ya esta muerto. -Insistió Drizzit.

-Murak solo jugar, Murak divertirse.

-Tranquilo mi amigo orco, algo me dice que tendras tiempo para divertirte. Vamos, nos esperan.

El drow y el orco siguieron el camino por los Paramos Sombríos dirección a Draken.
Llevaban dos semanas de viaje para reunirse con sus compañeros, había que averiguar que era tan importante como para que requiriesen su presencia en Draken la ciudad mas al Norte de estas tierras. Hace dos meses recibieron la visita de un mensajero, mientras estaban entrenando. Solo les dijo que en dos meses deberían de reunirse con Waso en Draken, era extremadamente importante.
El camino no era muy peligroso, teniendo en cuenta el poder que atesoraban ambos guerreros, solo era largo y pesado.

Al día siguiente salieron de los Paramos Sombríos, a un día de marcha de Draken. Todas estas tierras estaban completamente congeladas, no se veía nada mas que hielo y nieve. Era increíble como los Paramos no se congelaban, algo debía de mantenerlo en ese estado. Un frío viento saco del letargo al drow que estaba ensimismado en sus pensamientos mirando en dirección a las luces que se veían en la lejanía. Se giro para observar que hacia su compañero de aventuras, el orco no hacia otra cosa que probar la resistencia del hielo de un pequeño riachuelo con su martillo, inevitablemente el orco se undio en el agua. Murak salio del río como si nada, cualquier otro ser habría quedado congelado al salir del agua por el frío que hacia, pero el orco lo único que notaba era como la escarcha cubría su piel dura como la roca.

-Deja de hacer el tonto y vamos, estamos cerca.

-Murak aburrirse, Murak romper agua dura.

El drow se echo las manos a la cabeza y soltó un suspiro. Acto seguido se pusieron en marcha, al anochecer del siguiente día estarían con sus compañeros.

La ciudad de Draken era una de las ciudades mas extrañas que existían, por sus calles podían verse todo tipo de mercenarios, de distintas razas, aunque todos tenían algo en común, todos eran caza recompensas o buscadores de tesoros. Las tierras del Norte eran conocidas por sus leyendas de tesoros de los dragones de hielo que habitaban en las montañas. Aunque nadie había podido probar la veracidad de las leyendas, todos querían ir a buscarlos. La Roca de Hielo, como se llamaba la taberna mas conocida de la ciudad era un caos de gritos pisadas y golpes, pero era el sitio mas sencillo de encontrar. Era el lugar de reunión que les comunico el mensajero.

Entraron a la taberna y vieron, sin mucha dificultad, a Waso, sentado con su lanza en la espalda y el hacha en el cinturón, a su lado, igual de grande y robusto se encontraba Urzak, con su espada casi mas grande que el. Sentadas al otro lado de la mesa estaban las inseparables hermanas drow, temidas por todo el reino, Mandragora y Bekita, una hechicera de mas alto rango y una danzante. Nadie se acercaba a molestar al grupo, eran bien conocidos por su poderío y nadie osaba hacerles frente. Murak se acerco sin mirar que o quien tenia delante, arrollando a un par de enanos que se encontraban por su camino. Se acerco a Waso y le dio una palmada en la espalda que hizo derramarse casi toda la cerveza que este estaba a punto de consumir.

-Hola Murak.- Dijo Waso mientras se bebía lo poco que quedaba en su jarra.

-Murak tener sed, Murak querer cerveza.

-Este no cambia, tan bruto como siempre.- Dijo Mandragora, mientras le daba con la Vara en la cabeza al orco.

Entre carcajadas se acomodaron los 2 compañeros recién llegados. Despues de un par de rondas de cerveza, Waso se irguió y le con un movimiento de cabeza indico que le siguieran. Salieron los seis compañeros de La Roca de Hielo y se encaminaron, siguiendo a Waso por toda la ciudad. La gente que se cruzaba con el grupo, se apartaba de un salto hacia cualquier lado que tuvieran libre, nadie quería tener un enfrentamiento con semejante poder de destrucción. Cruzaron toda la ciudad hasta las afueras, siguieron durante un par de minutos un pequeño camino que se adentraba en los campos dirección a una pequeña caseta que se divisaba unos pocos centenares de metros. No se oía nada, solo el soplar de el gélido viento procedente de las montañas que rodeaban toda aquella región. Entraron en la cabaña, oscura como la noche, ya que no tenia ventana alguna, y la puerta tras ellos se cerro por si sola, algo que no sorprendió a ninguno de los compañeros, ya que bien era conocida la magia de Mandragora, la cual es ese instante estaba recitando una letina en voz casi inaudible para los tres orcos, pero que sus camaradas drows podían oír sin problemas, dado que la agudeza del oído de los elfos oscuros estaba mas desarrollado que el de sus amigos verdes. En cuanto pronuncio las ultimas palabras, la estancia se ilumino al completo, una luz que parecía provenir de las propias paredes.

Una vez adaptados los ojos a la luz, se sentaron los seis en el suelo, ya que no había nada en esa casa, formando un circulo; Waso extrajo un algo de la mochila, era un pergamino enrollado, el cual comenzo a extender sobre el frió suelo de la cabaña. En cuanto quedo completamente desenrollado, se podía ver claramente que era un mapa de la zona donde se encontraban, pero no era un mapa normal, en el cual se ve la zona pintada sobre el pergamino, era un mapa mágico creado por los chamanes orcos de mas alto rango, contenía los conocimientos de todos los mapas que poseían los orcos hasta el momento. El mapa poseía las propiedades magias de indicar en que zona actual se encontraba el poseedor de dicho artefacto mágico y a su vez mostrar una imagen de la zona donde se encontraban, variando dependiendo de donde estuvieran. Se podía ver claramente la ciudad de Draken, y todas las montañas que habían alrededor, ademas de dos pequeñas llamas, una azul y otra roja.

-Supongo que la llama roja indica nuestra posición,- Comento Drizzit al observar que dicha llama se encontraba justo en el lugar del mapa donde estaban ellos. - ¿y la llama azul?

-Pregunto de nuevo el elfo.-

-Todavia no he comenzado a hablar y ya me estas agobiando.- Dijo Waso con su voz ronca y grave.- Algunos ya sabéis porque estamos aquí, vosotros dos no.- Refiriéndose a Murak y Drizzit.

-Pues sueltalo de una vez grandullón

-Le hemos encontrado. - Contesto Bekita adelantandose a Waso.


Capitulo 2: Buscando entre torturas