Hola a todos y bienvenidos a mi Blog. Aqui reuno las historias que me da por escribir, son historias relacionadas con el Lineage 2 y mi servidor Eria. Espero que disfruteis leiendolas como yo lo he hecho escribiendolas.

Informacion:

Bueno he puesot un nuevo formato de blog que hace mas llevadera la lectura, ya que extiende mas el texto.

Las historias estan puestas por fecha, asique en algunas que tienen continuacion esta primero la ultima de ellas, seleccionarlas desde le menu, ais no os leereis antes el final que el comienzo.

jueves, julio 05, 2007

Nuevo resurgir de Eria. Tercera parte: La nueva Era.

Las forjas de las Minas de Mitrilo estaban al máximo de su rendimiento.

Después de limpiar las amplias salas de los habitantes que durante décadas habían sido dueños de aquellas minas y que de la noche a la mañana habían sido arrasadas por oleadas de enanos furiosos y ansiosos de retomar sus artes de creación al mas alto nivel.

Los exploradores enanos habían sabido de la aparición de Glorbaug desde el mismo momento de la invocación, no hay montaña que los experimentados enanos no tuvieran conectada con su amplia red subterránea de túneles. El día en que vieron la concentración de drows y orcos en la Forja de los Dioses, la nueva zona de donde sacaban recursos valiosos, no les quitaron ojo. Después de la masacre sufrida por los drow en aquella montaña, pudieron salvar en cierto modo a los que habían conseguido huir. Aunque ellos no lo sabían, los enanos habían ido derrumbando algunos de los túneles para que las llamaradas del Balor no les alcanzasen. Al igual que las tropas de elfos y humanos que se dirigían hacia Aden o que se encontraban ya en la ciudad y fueron arrasadas por el cruel demonio. Arrastraron a los heridos a las profundidades de las montañas y mostraron el camino a los que todavía estaban lo suficientemente cuerdos como para darse cuenta de que los menudos y rudos enanos les estaban ayudando.

Ahora se concentraban en preparar, lo mas rápidamente que podían, todo lo que necesitaban para la única opción de parar al tremendo demonio. Era un trabajo duro, todos los grandes artesanos de Eria se encontraban en pleno frenesí, trabajando mano a mano, martillo a martillo para crear las piezas perfectas. Los exploradores enanos habían estado sacando de las minas mas profundas el mejor mitrilo que existía en estas tierras, para que sus hermanos pudieran hacer la creación perfecta.

Tres semanas prácticamente, si descanso, estuvieron los enanos trabajando arduamente, hasta completar cada una de las centenares de piezas que necesitaban. Una vez todas bien empaquetadas y preparadas para el transporte, salieron de Elmore por los múltiples túneles en dirección al Laboratorio Arcaico, una zona que antaño los enanos habían usado para sus experimentos de dar vida a sus maquinas. Ahí se encontraban los tres dioses enanos, Lorkril, Tharon y Saruk, los cuales estaban preparando, junto a otro centenar de enanos, los rituales de encantamiento que llevarían acabo en un par de días.

En varias ocasiones Glorbaug había rondado cerca de su posición, pero los siempre atentos enanos se resguardaban en sus túneles antes que que el demonio se diera cuenta de que estaban ahí. Por muy grande y poderoso que fuera, no podía atravesar el duro suelo, era el lugar mas seguro de Eria en estos momentos de desolación.

Por fin llego el día, todo estaba preparado, se habían pasado la ultima noche colocando en los lugares específicos todos los objetos que habían estado creando durante semanas. A simple vista parecía una cantidad de trozos de mitrilo repartidos por el suelo sin sentido alguno, pero para cualquier enano esto era mucho mas que eso, era el súmmum de de la creación, lo mas alto a lo que se podía aspirar. Todos habían sido participes de ello, pero sentían especial respeto por sus dioses, los cuales iban a dar algo mas que semanas de trabajo en las forjas por salvar las tierras bajo las que habían habitado durante siglos. Muchos se habían quedado de piedra al escuchar lo que se proponían sus dioses, pero sabían que era la única opción, solo ellos tres podían completar la creación perfecta y solo la creación perfecta podía derrotar a Glorbaug.

Los clérigos comenzaron a entonar las letinas adecuadas mientras cada uno de los tres dioses enanos se colocaba en un punto especifico entre los centenares de piezas de mitrilo repartidos por el suelo. El resto de enanos, que ya habían completado su labor, se encontraban mirando con gran orgullo, pero a su vez con gran pesar, como sus queridos lideres se sentaba y se unían a los cantos que habían comenzado los clérigos. Poco a poco un circulo azulado comenzó a dibujarse por debajo de cada uno de los tres enanos, haciéndose cada vez mas intensa. A medida que la luz del circulo se intensificaba podía apreciarse como las piezas de mitrilo se elevaban en el aire, alrededor de los enanos, juntándose unas piezas con otras dando lugar a tres enormes golems mecánicos, cada uno distinto, pero tremendamente grandes. Los dioses comenzaron a elevarse colocándose justo delante de los golems, había llegado el momento de darles vida a estas tremendas creaciones, pero solo el poder de los dioses enanos podía llegar a controlarlas. Poco a poco el alma de cada uno de los tres enanos comenzaba a transferirse a su golem, dejando su cuerpo de carne y hueso para tomar control de las tremendas maquinas. Los cuerpos de los tres enanos se desplomaron hacia el suelo, pero antes de que llegasen, varios de los clérigos los recogieron y los depositaron lentamente sobre la dura roca. Los círculos desaparecieron paulatinamente y los golems comenzaron a moverse, lentamente.

Todo salió según lo planeado, las medidas de distracción al Balor, la creación de los golems, la transfusión de las almas de los dioses a los golems, ahora solo faltaba encontrar al demonio. Los clérigos prepararon sus hechizos y los lanzaron al aire, creando explosiones y un derrumbamiento de una de las montañas cercanas, esto debería de ser suficiente como para alertar Glorbaug.

l demonio escuchó un estruendo al norte, "estúpidos enanos, se creen que no los he visto", se dijo para sus adentros. Salió disparado, lo mas rápido posible, esta vez no se le escaparían, les haría sufrir mas que a ninguno, solo por el hecho de creerse superiores a el. Estaba llegando cuando un nuevo estruendo sonó por la derecha y una tremenda bola de fuego le impactó en el costado, haciéndole perder el vuelo y caer al suelo. Medio aturdido del duro golpe, Glorbaug se levantó mirando, con los ojos llenos de rabia, de donde había venido ese tremendo ataque. Un nuevo estruendo sonó desde la derecha, en un acto reflejo, puso las alas delante del cuerpo para protejerse de un nuevo ataque. El impacto le hizo retroceder varias decenas de metros, dejándole las alas seriamente dañadas impidiéndole poder retomar el vuelo.

"¡¡Malditos enanos!!" Grito el demonio enfurecido mientras cargaba todas sus fuerzas y enviaba una tremenda bola de fuego en dirección de donde habían venido los ataques. El proyectil impactó en una montaña sin causar mas daños que un tremendo boquete en la loma. Los enanos sabían bien que el Balor había estado matando y destrozando todo lo que se encontraba durante varias semanas, varias semanas en las que el demonio no había descansado en absoluto. Esto en su hábitat natural no habira significado nada, ahí podía hacer lo que quisiera, pero aquí, en el mundo mortal, no se podía permitir estas cosas, y ellos lo sabían, habían esperado lo máximo posible para poder hacerle frente y tener una oportunidad de derrotarlo.

Glorgaug se dirigió hacia donde había enviado la bola de fuego para buscar a su agresor, pero lo único que se encontró fue un agujero en la montaña. De repente, salido de la nada, un tremendo golem, mas grande incluso que el demonio, apareció delante suya, con el cansancio y la furia contenida, no se había percatado del hechizo de camuflaje que habían usado los enanos sobre el golem. El mecánico brazo de mitrilo impactó duramente en el Balor, el cual quedo sorprendido por la rapidez del pesado golem solo consiguió poner uno de sus brazos en la trayectoria hacia su cabeza. El brazo se le quedó adormecido, pero todavía tenia el otro libre, el cual, con una velocidad endiablada, salio disparado hacia el centro del pecho del golem, pegó la palma al perfecto mitrilo y una tremenda descarga de energía hizo que el golem saliera disparado con un tremendo boquete en el pecho. Al instante, un nuevo estruendo, y una nueva bola de fuego impactando en plena espalda del demonio, el cual con un gesto de dolor, se giro y corrió en dirección de donde había venido el disparo. Llegó junto a un tremendo golem con forma de jabalí, que tenia un tremendo cañón en la espalda. Lleno de furia, saltó encima de el, y le arrancó el cañón al golem, y usándolo como maza comenzó a aporrear al gran jabalí mecánico, rompiéndole las patas, partiendo y separando las piezas que lo juntaban, dejándolo como el amasijo de trozos de mitrilo que era antes de la invocación.

El golem que había sido golpeado en el pecho, se levanto con dificultad, había perdido gran parte del poder del dios enano. Recién puesto en pie, se encontró con el demonio delante, con cara de sádico y el cañón del otro golem en las manos. Glorbaug elevó el cañón y soltó un tremendo golpe en el costado del golem, haciéndole caer de nuevo en el suelo con todo el lateral hundido y resquebrajado. Con una risa maliciosa, el Balor agarró uno de los brazos del golem, al cual apenas le quedaban fuerzas, y lo arrancó de cuajo, lo arrojó a lo lejos. Glorbaug se movió se acercó un poco mas, quería arrancarle la cabeza al golem, pero este, con sus ultimas fuerzas, agarró con su único brazo al demonio y lo apretó contra el cuerpo con una presión increíblemente fuerte, lo suficiente para mantener reducido al demonio el tiempo justo para que apareciese el ultimo de los golems. El golem recién llegado no era ni la mitad de grande que el demonio, se acercó y el tórax del nuevo golem se abrió, de el salieron cuatro brazos mecánicos que rodearon al demonio, y se acoplaron unos a otros para no dejarle marchar. El demonio comenzó a forcejear, pero el golem era increíblemente poderoso, e increíblemente impredecible, porque por el rabillo del ojo, pudo apreciar como una tremenda mecha en el centro de la cabeza del golem, comenzaba a arder, consumiéndose poco a poco, las chispas y la llama de la mecha desaparecieron en el interior de la cabeza. El demonio, recordó ahora que eran estos golems, las máximas creaciones de los enanos, solo manejables por un ser poderoso como un dios, pero que debía sacrificarse para tomar control del cuerpo mecánico. Era conocido en muchos planos de existencia el potencial de estos tres golems. El Wild Hog, el Siege Golem y ..., ... el Big Boom. El Big Boom, el golem suicida, su función es atrapar al enemigo en unos poderosos brazos y explotar, destrozando todo lo que hay a su alrededor.

Los enanos resguardados en los profundos túneles escucharon el tremendo estruendo que hizo temblar hasta los cimientos de la propia tierra, un pensamiento paso por la mente de todos ellos, "Se acabó."

Varios meses pasaron desde que los tres dioses enanos derrotasen Glorbaug, el Balor, meses en los que elfos y humanos comenzaron a repoblar las ciudades y los pueblos desolados, formando pequeños grupos para ayudarse unos a otros. Los drows y los orcos hicieron lo propio en sus territorios. Estos, observaban la devastación creada por el Balor, y sonreían, habían aniquilado casi por completo a sus enemigos, no había salido como ellos habían planeado, habían perdido tanto como los humanos y elfos, pero ahora comenzaría todo de nuevo.

Los guerreros mas fuertes de cada raza comenzaron a formar organizadas familias con el propósito de levantar de nuevo sus alianzas de antaño, los drows y orcos no cesarían en el intento de dominar Eria y los humanos y elfos debían de prepararse bien pare defender sus tierras, pero había salido un nuevo ejercito digno de mención y de respeto, los enanos que desde ahora tomarían parte en algo mas que en la creación de armas y armaduras.

Nuevo resurgir de Eria. Segunda parte: Devastación.

Sus pasos acelerados se escuchaban desde la sala central del castillo de Giran. Abriendo de un portazo la pesada puerta, entró jadeando, sin aliento por la rapidez con la que había venido desde los establos del castillo y su rechoncho cuerpo no estaba para esos esfuerzos.

  • -Hermano, le estábamos esperando impacientes, ¿a qué viene tanto alboroto?- Preguntó Ermenis, uno de los cinco dioses cuyo ejercito formaba parte de la Orden del Roble y el Acero.- Uno de mis informadores me aviso sobre vos, que traíais un mensaje sumamente importante. ¿De qué se trata?.
  • -Mi señor, ...-Dijo el sacerdote todavía jadeando.- Es la alianza... está en peligro..., la Horda ... todos muertos.
  • -Tranquilizaos, hermano, tomad aire y decidme qué es lo que sucede, que pasa con nuestra alianza, que males traman nuestros enemigos. -Contesto Ermenis.

El sacerdote cogió aire inhalando profundamente y se tranquilizó lo suficiente como para poder dar el mensaje a su señor.

  • -Estamos en peligro, mi señor, tenemos muchas razones para creer que toda Eria esta a punto de ser arrasada por completo.
  • -¿De qué habláis? ¿Qué os hace pensar eso? La Horda de las Sombras nunca podrá rebasar los fuertes muros de nuestras ciudades, hace décadas que son incapaces de derrotarnos, contadme, por favor, todo lo que sepáis, ¿han descubierto algún nuevo hechizo que pueda causarnos grandes daños?
  • -No, mi señor, la Horda no es nuestro peor problema, de hecho, según nuestros informadores, han sufrido numerosas bajas, llegando incluso a mermar casi todo su ejercito.-Explicó el sacerdote, que miro la cara sorprendida de su señor.- Recordareis que hace unos meses tuvimos informes de que la Horda estaba reuniendo una gran cantidad de tropas por las cercanías de Goddard, su destino era La Forja de los Dioses, donde pretendían llevar a cabo una invocación, un llamamiento a un ser de otro mundo, a un Balor.

Ermenis sabia bien de que tipo de ser se trataba, por eso su rostro paso de la sorpresa a la preocupación en un instante, un Balor era un asunto que, como le había dicho el sacerdote, podía poner en peligro a toda Eria. Necesitaba saber mas.

  • -Con qué tipo de Balor estamos tratando. Debemos tratar de pararlo.
  • -Imposible, mi señor, no se trata de un Balor común, es, es...-El rostro del sacerdote tomo un tono blanco, y muy serio.- Glor...
  • -No se os escucha.

El sacerdote miro fijamente a Ermenis al rostro, tomo aire y haciendo acopio de todo su valor, consiguió articular el nombre. -Glorbaug.

Dos horas después, cuatro de los jinetes mas rápidos del condado de Giran salían al galope del castillo dirección a las otras cuatro deidades que formaban la Orden del Roble y el Acero. Tenia que ponerlos de sobre aviso por si no lo sabían ya. Tal y como los emisarios iban llegando a sus destinos y entregaban el fatal mensaje que Ermenis les enviaba, comenzaban los preparativos para el viaje a Aden, ciudad donde se iba a celebrar la reunión de los cinco dioses. Solo disponían de cuatro días para prepararlo todo y viajar hasta Aden, tenían que darse mucha prisa.

Luthien y su ejercito fue la primera en salir destino Aden. Llevaba a la mitad de su ejercito con sigo, mientras dejó al resto para defender su ciudad, no se fiaba del todo de la información sobre la aniquilación de la Horda, prefería dejar la ciudad bien defendida. Cuando salieron de las puertas de Goddard, miró hacia el norte, dirección a la Forja de los Dioses, lugar donde, según Ermenis, había aparecido el Balor. Podía apreciarse como el cielo por aquella zona tenia un tono rojizo. "Ya ha comenzado."-Pensó. Siguieron el camino hacia Aden, todo lo rápido que podían correr los caballos, no había tiempo que perder. Llevaban unas tres horas de viaje cuando los caballos comenzaron a ponerse nerviosos, unos relinchaban, otros se ponían sobre las patas traseras, otros simplemente corrían sin control alguno, tirando al suelo al jinete o llevándolo arrastras enganchado a las riendas. Dos caballeros vinieron corriendo de la retaguardia, habían tenido que dejar las monturas desbocadas tras de si.

  • -¡¡Mi señora!!, ¡¡mi señora!! ¡¡La ciudad, esta siendo atacada!!

Luthien bajo de un salto de su corcel, que estaba comenzando a tornarse loco como el resto de animales, y se apresuro a seguir a los caballeros de vuelta a la retaguardia. Conforme iba acercándose a la cima por donde acababan de pasar hace unos instantes, podía apreciarse que el cielo se hacia mas y mas rojo, y el aire cada vez mas denso. En cuanto llego a ver Goddard, se le cayo el alma al suelo, podía verse como las majestuosas torres estaban destrozadas, de gran parte de la ciudad salían unas llamaradas inmensas que no hacían mas que alimentarse de todo aquello que abarcaban, dejándolo todo arrasado.

  • -¿Qué demonios esta pasando?-Era la pregunta que se hacían todos los presentes mientras miraban aterrados como su hogar era arrasado.

El aire se volvió mas denso todavía, y el calor comenzaba a ser insoportable, las tropas ya habían perdido toda su cordura, viendo como Goddard ardía. Un grupo de caballeros se junto, con la intención de regresar a la ciudad para intentar salvar a sus familias, salieron corriendo dirección a la ciudad, pero cuando solo llevaban cien metros de recorrido una enorme bola de fuego los arrasó por completo. Yacían en el suelo, retorcidos por el dolor de las llamas que devoraban su carne. Acto seguido, una segunda ráfaga de fuego alcanzo al groso del ejercito reunido en la cima, todavía atónitos por la súbita muerte de sus amigos. Este segundo ataque, que causo el pánico entre las tropas, vino acompañado de una tremenda acometida por algo tremendamente grande, una inmensa garra arrasó con toda una división de lanceros, haciéndoles volar por los aires. Los pocos que no huían o no yacían muertos o heridos, pudieron ver al tremendo demonio, pudieron apreciar el placer que sentía la bestia mientras chafaba con su enorme pata a un grupo de soldados que huía para salvar sus vidas.

Luthien, disparó una flecha al Balor, con el único afán de distraerlo para que sus tropas pudieran huir, ella no podía hacerle frente. Sacó otra flecha del carcaj pero antes de que pudiera ajustar la flecha a la cuerda, cayo sumisa en un mar de dolor, todos los músculos de su cuerpo parecían arder, a pesar de que ninguna llama le había alcanzado. Notaba como poco a poco iba consumiéndose de dentro hacia afuera como ardía en su interior. El Balor se quedó quieto, mirando con placer a Luthien, mirando su cara de dolor, como se retorcía. Este era uno de los hechizos que mas le gustaban al gran demonio, quemar el cuerpo desde dentro hacia afuera, hasta que las llamas acaban consumiendo el cuerpo de la victima. Luthien ya había perdido el sentido y yacía en el suelo, envuelta en llamas, al igual que su ciudad.

Aden se encontraba abarrotada de soldados, dos ejércitos al completo, uno de elfos y otro de humanos, estaban acampadas a las afueras de la gran ciudad, sus dioses, Arastil y Barena se encontraban reunidos en la sala principal del castillo, nerviosos porque los otros tres no habían aparecido y ya había pasado un día de la fecha que indicaba el mensaje que habían recibido.

Arastil no podía contenerse y se levanto de la silla, dirigiéndose a las escaleras que daban a las salas superiores, donde se podía acceder a los balcones. Necesitaba ver si se acercaba alguien. Barena le siguió sin decir nada, y cuando llegó al balcón se quedó pasmada, todo lo que alcanzaba su vista estaba ardiendo y devastado, todo lo que se encontraba mas al norte del Borde Fronterizo estaba quedando aniquilado. En ese instante accedió al balcón un soldado con la insignia de la casa de Varantir, aunque apenas se podía apreciar ya el emblema, sus ropas no eran mas que unos harapos medio quemados. El soldado estaba sin aliento, había pedido ver directamente a ambos dioses para darles la noticia en persona.

Les explicó que habían sido atacados y arrasados por un enorme ser rojizo, alado y de un solo cuerno, les contó como en pocos minutos había destrozado todo el contingente de soldados sin el menor esfuerzo. Cuando Barena pregunto por Varantir, el soldado agachó la cabeza y se desplomó en el suelo, al recogerle, pudieron ver el rostro de terror del soldado. Cuando hubo recobrado la compostura les explico con voz temblorosa como el demonio había torturado brutalmente a su señor, teniéndole suspendido en el aire mediante algún encantamiento y poco a poco iba arrancándole trozos de carne con sus tremendas uñas hasta que desfalleció, en ese instante lo fulmino con una ráfaga de fuego y lo dejó consumirse, todavía suspendido en el aire.

El soldado también les contó que había visto un soldado de Ermenis por el camino, pero estaba muerto, tenia medio cuerpo abrasado, no debió haber andado demasiado desde donde les atacase el demonio. Todavía no había acabado de explicarles este suceso cuando, al girar por alguna razón la cabeza hacia el balcón, sus ojos se desorbitaron y su rostro se quedo inerte, pálido, justo antes de desmayarse y caer desplomado sobre el suelo. Arastil y Barena se giraron de inmediato y vieron delante justo de ellos el enorme Balor suspendido en el aire, mirándoles sadicamente. ¿Cómo no se habían percatado de su llegada? ¿Porqué no habían escuchado nada? En ese instante se dieron cuenta que estaban bajo el hechizo del diabólico ser, había aislado todos sus sentidos para que no se percatasen de nada, solo con el propósito de poder capturarles y hacerles sufrir sin que pudieran escaparse.

Glorbaug los dejó paralizados a ambos, hizo que Arastil se le acercase paso a paso, hechizado, moviéndose en contra de su deseo, se acercaba peligrosamente al limite del balcón, trepó por encima de la baranda y se quedó de pie, justo encima, a un paso de precipitarse hacia el suelo. El demonio le obligo a girarse y que mirase a Barena de frente, esta no podía ni cerrar los ojos, el control que Glorbaug ejercía sobre sus cuerpos era total. De repente una de las puertas del balcón, se deshizo en añicos, dejando el suelo repleto de pequeños trozos de madera y cristal. Ambos dioses estaban aterrados, pero no podían hacer nada, solo ver como los trozos de cristal y de madera se levantaban lentamente del suelo, se acercaban lentamente hacia Arastil, amenazantes con las puntas hacia su cuerpo. Barena intento zafarse del control del demonio, pero solo consiguió que uno de los trozos de madera que iban hacia Arastil saliese despedido hacia ella, incrustandosele en el hombro. Habría gemido de dolor si hubiera podido controlar sus cuerdas bocales, pero estaba totalmente sumisa al poder del demonio. Los trozos seguían su trayectoria hacia Arastil, llegando a su cuerpo lentamente pero sin pararse. El Balor estaba disfrutando con todo esto, no podía matar simplemente a los dioses, como lideres debían sufrir los que más. Los trozos de madera comenzaron a introducirse lentamente en su carne, provocando un dolor insufrible al elfo, que intentaba como fuera liberarse del control del demonio. El dolor era intenso en todas aquellas zonas donde las grandes astillas estaban clavandosele, pero no iba a parar ahí, los trozos de vidrio que hasta el momento estaban suspendidos en el aire comenzaron a cortar le en zonas no vitales, mientras Glorbaug se reía malevolamente, viendo como el elfo desfallecía de dolor.

Una vez dado muerte a Arastil, el demonio fijó toda su maldad en torturar a Barnea, la suspendió en el aire y la bajó con una sacudida a lo que quedaba del jardín, el cual estaba repleto de cadáveres de sus soldados. Los cuales comenzaban a levantarse lentamente, malditos por el Balor, convertidos en una especie de muertos vivientes sin mas conocimiento que el de querer desgarrar a todo aquello que tuviera delante. Barena veía como el demonio la iba bajando poco a poco, hacia los soldados reanimados que la veían como una presa para saciar su agresividad. La mayoría de los soldados malditos se atacaban entre ellos, pero en cuanto se percataron de la presencia de Barena cambiaron su objetivo, dirigidos en parte por el demonio, se acercaban a la diosa que no podía hacer nada mas que ver como esas criaturas se dirigían hacia ella. Poco a poco la rodearon un gran número de ellos, no hacían nada, seguían dominados por Glorbaug, hasta que, liberandoles de su control, se abalanzaron todos sobre la presa, que inmóvil, no podía hacer nada para defenderse, solo podía notar como los malditos comenzaron a desgarrar la y despellejarla viva mientras el Balor soltaba un grito estremecedor, un grito de victoria.

Todas las ciudades habían sido arrasadas y quemadas, el demonio estaba mas que complacido con su obra, en tan solo seis diez días había aniquilado casi por completo a todos los seres de estas tierras. Elfos, Humanos, Orcos y Drows, habían sufrido las acometidas de la terrible bestia, dejando les casi extintos, con el Balor, señor del caos y la destrucción, deambulando a placer por sus tierras. Pero en su ansia de destrucción, el Balor no había caído en una cosa, la población racional de Eria no la comprendían solo estas cuatro razas casi extintas, había una más, una con la que no había contado el demonio, una raza que esconde grandes secretos y poseen un gran poder. Los Enanos ...

Nuevo resurgir de Eria. Primera parte: El Balor

Siglos han pasado desde que las hordas de la oscuridad y el ejercito de la luz comenzaron sus primeros combates en las tierras de Eria. Mucha sangre ha sido derramada desde entonces, muchas tierras han sido devastadas por el paso de los ejércitos de la Horda, en su anhelo de dominar y sembrar el caos por todo el vasto mundo de Eria. Estas continuadas guerras han llevado a la desesperación a ambos bandos, ya que ninguna de las alianzas ha sido capaz de declinar la balanza a su favor, todo sigue en el punto en el que comenzó.

Hartos de tanta igualdad, los dioses de cada una de las seis familias de la Horda de la Oscuridad deciden reunirse para intentar encontrar una solución esta pésima situación. Necesitan obtener el control, anhelan destrozar todo lo que encuentran a su paso, matar a cualquier ser inferior por solo el placer de ver salpicar la sangre en sus perfectas armaduras. Pero la Orden del Roble y el Acero es un duro obstáculo para completar este cometido, tan duro que llevan siglos intentando aniquilarlos sin éxito. Resguardados en sus castillos, los Elfos y Humanos son unos blancos difíciles de abatir, a parte, con el paso de los años han mejorado sus artes en el combate, fortalecidos gracias a la alianza, los Elfos, aunque bondadosos, son unos duros combatientes y expertos luchadores, que han transmitido sus conocimientos a los humanos para luchar contra la Horda de la Oscuridad.

Tras varios días de deliberación y de propuestas sin sentido, deciden invocar a los espíritus ancestrales para pedir consejo. Los hechiceros Drow y los Shamanes orcos comienzan con los preparativos necesarios para conseguir establecer un vinculo entre ambos mundos, el espiritual y el material. No es una tarea demasiado complicada, pero si arduamente peligrosa, el mas mínimo descuido puede generar un desequilibrio fatal y llevarse a los invocadores al mundo espiritual.

Con todo listo para comenzar el ritual, los hechiceros y shamanes se colocan en posición y comienzan con las letinas inentendibles para cualquiera. Tras varias horas, comienza a verse una luz amarillenta en el centro del circulo formado por los 4 místicos, la cual se va haciendo mas y mas grande, a la vez que se va apreciando la figura de un rostro medio desfigurado. Uno de los shamanes orcos comienza la comunciacion con el espiritu, pidiendo consejo para poder aniquilar de una vez a la Orden del Roble y el Acero.

  • Decidme, que podemos hacer para destrozar y aniquilar las filas de nuestros enemigos- Preguntó uno de los shamanes orcos.
  • Tanto anheláis poseer el control de estas tierras que osáis pedirnos ayuda?- Contestó el espiritu con una voz grave y ronca.- Debéis de estar desesperados.
  • Muchos años han pasado desde que se comenzó esta batalla, no es que nos desagrade la idea de poder dar muerte a un sinfín de elfos y humanos, pero ya no llena nuestra ansia, necesitamos dominalos, esclavizarlos, hacerles sufrir, humillarles en sus propias casas, destrozar todo aquello que quieren.- Dijo con voz pausada la hechicera drow de mas edad.
  • Debo daros una respuesta, ya que me habéis invocado, pero es una respuesta que no puede agradaros,o quizás si. -Manifestó el ser.- Podéis llamar al Balor, uno de los demonios mas sádicos que existen en todos los planos de existencia. Pero nunca podréis controlarlo, solo darle la libertad de entrar en vuestro mundo, que sacie su sed de sangre con vuestros enemigos. Pero como ya os dije, es algo muy peligroso.-Esto fue lo ultimo que dijo antes de desvanecerse sin dejar rastro alguno.

Teniendo en manos la nueva propuesta, los seis dioses comenzaron a discutir si debían o no invocar al Balor, si querían arriesgarse a sacar a la bestia de su plano, para que acabe con sus enemigos. Era mas que probable que el demonio no les hiciera caso e incluso que se revelase contra ellos, haciendo realidad sus peores pesadillas. Anhelaban por encima de todo ver las tropas enemigas masacradas y desguazadas por algo a que no podían ni imaginarse hacer frente, algo aterrador, que con solo mirarlo ya sientas sus garras rasgandote la piel del pecho. El mero placer de ver la cara de sus enemigos desfigurados por el terror, merecía tal riesgo. Lo habían decidido, invocarían al Balor.

Varios días pasaron antes de que todos los preparativos estuvieran listos, cada uno de los seis dioses liderando sus ejércitos cumplió con su parte de los preparativos. Ahora, en lo mas profundo de la Forja de los Dioses concentraban todo su poder, tanto los dioses como los millares de leales súbditos que conformaban su ejercito, necesitarían el máximo de concentración, si algo salia mal, podría ser desastroso para ellos en vez de para sus enemigos. Tal como pasaban los segundos iba aumentando el volumen de la voz de los seis dioses que pronunciaban las entonaciones para la invocación del Balor al mundo material, a su vez las llamas que los rodeaban, las de las profundidades de la tierra comenzaban a tornarse azules a medida que aumentaba el ritmo frenético de los cantos.

De repente, todo comenzó a temblar, provocando que las estalactitas se precipitasen sobre las masas del ejercito reunido. Ya habían previsto que podría ocurrir esto, así que los shamanes orcos crearon una barrera de protección sobre todo el ejercito ahí reunido provocando que las estalactitas se desintegrasen contra una barrera de energía invisible, sin causar daños. Los temblores se volvian cada vez mas fuertes y se podía apreciar como iba desapareciendo la luz que generaban las llamas del gran recinto, disminuía paulatinamente dirigiendo sus haces hacia el centro del circulo formado por los seis dioses generando una circunferencia azulada, ondeante y que parecía absorber toda la luz de la sala.

La oscuridad comenzaba a dominar de sobremanera toda la sala, dejando solo a la vista la circunferencia azulada, era la puerta que unía ambos mundos. Los dioses entraron en un absoluto silencio, seguían sentados en la posición inicial, en plena concentración, con los ojos en blanco y la cabeza agachada. Un nuevo estruendo altero a las tropas, esta vez provenía directamente del portal, haciendo que las filas mas cercanas cayeran al suelo. Con el estruendo salio un amplio haz de energía de cada uno de los seis dioses, directos al centro del portal de invocación, finalizando así la invocación del Balor. Al instante cesaron los estruendos y los seis dioses cayeron rendidos en el suelo por un instante, habían depositado casi todas sus energías en la invocación. Ahora estaban todos atentos, mirando fijamente el portal, deseando que de el saliera su arma destructiva para poner fin a la existencia de los Hijos de la Luz.

A los pocos minutos podía apreciarse que el portal comenzaba a cambiar de color, pasaba del color azulado a un rojo intenso, y como comenzaba a desfigurarse mientras lo atravesaba el demonio. Los ojos asombrados de los miles de soldados no se apartaban del portal, podían apreciar como aparecía un tremendo cuerno que era de grande como un orco adulto. Las tropas comenzaron a ponerse nerviosas, no esperaban que fuera algo tan grande. Pasaron del nerviosismo al terror en tan solo cinco segundos, el tiempo que tardo el Balor en salir, con una velocidad impresionante, del portal, el cual se cerro inmediatamente después. Era algo inmenso, su único cuerno rasgo por completo la parte superior de la caverna, sus enormes patas estaban suspendidas en el aire, amenazantes por encima de las tropas, mientras batía sus enormes alas en el aire.

El Balor contemplaba toda aquella masificación con ojos recelosos, hacia mucho que no entraba en este mundo, y aquella vez salio mal parado, perdió uno de sus cuernos en la lucha contra uno de los grandes dragones que habitaban Eria. El combate con acabo con ningún vencedor, ambos se retiraron malheridos.

Su ansia de poder crecía por momentos, ver aquellos diminutos seres tan al alcance de su ira, tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no matarlos en ese mismo instante, no antes de saber porque estaba aquí, porque le habían abierto la puerta a este mundo, de nuevo. Vio a los seis integrantes del circulo de invocación, debían de ser los lideres de todo aquel gentío. -Porque me llamáis a este mundo.- Pregunto mediante telepatía a los seis dioses al unisono. Estos quedaron perplejos, a pesar de no haber hablado, su telepatía resonaba como su voz, dura, irritante, pero clara. Ninguno de los seis tuvo la serenidad de contestar, pero no les hizo falta, el Balor solo necesitaba que uno de ellos lo pesase. "Aniquilar a los Hijos de la Luz", retumbaba en la cabeza de los seis dioses.

Era una grata idea, aniquilar toda una raza, toda una existencia, le llenaba de placer el solo pensarlo, devastar sus ciudades con solo sobrevolarlas, escuchar los gritos y las suplicas a los dioses. En ese instante, lleno de furia y de ansia de sangre, se dio cuenta de un pequeño detalle, debajo de el había una masificacion de orcos y drows, aterrados, inmóviles, cautivados por la majestuosidad de tan tremendo ser, ¿porqué no comenzar su juego de devastación y masacre con ellos? Eran los que le habían abierto el portal, pero eso era solo un pequeño detalle, necesitaba poner en practica sus perversas artes de nuevo.

Impaciente el ejercito de la Horda miraba hacia arriba, al gigantesco Balor, que pasaría por su cabeza, los miraba sadicamente, claro esta que era un engendro del infierno, no podía mirar de otra forma. Miraban atónitos, y se percataron de que el batir de sus alas iba disminuyendo paulatinamente, hasta que en un instante, ceso por completo, precipitando sus enormes patas sobre todos ellos, solo con la caída, una tercera parte del groso ejercito cayo fulminado, chafado debajo del enorme demonio. El caos comenzó a reinar entre las tropas, huían por donde podían, resguardándose en grietas o túneles, el Balor inhalo profundo y exhalo una tremenda ráfaga de fuego que ilumino la estancia por completo, y a su vez abraso a gran parte de los que todavía no habían encontrado refugio. Los seis dioses tomaron sus armas, para hacer un inútil intento de menguar el ataque sobre sus tropas, pero no dio resultado, con una simple mirada del Balor, los seis cayeron sumisos en una terrible maldición, una tortura mental, esta era una de las cosas que mas le gustaban al demonio, ver el rostro de dolor mientras liberaba toda su crueldad en los pensamientos de sus victimas. Morirían de dolor.

Solo unos pocos lograron escabullirse en lo mas profundo de las montañas, lejos del alcance del fuego devastador del Balor. Satisfecho por su masacre entre las filas de la Horda, y habiendo aniquilado a prácticamente todos los presentes, el Balor concentra sus energías para salir de esta sala inmensa en lo mas profundo de la Forja de los Dioses. Su cuerpo se cubre de fuego extendiendo los brazo hacia los lados, y mirando con la cara hacia el techo de la caverna. El fuego cubrió por completo su cuerpo, en ese instante, el Balor suelta un gemido tremendo y envía una tremenda honda de fuego hacia el techo, haciéndolo añicos y dejando libre su vía de escape. Ahora es libre, libre de sembrar su ira por todas las tierras que le rodean.

Hijos del Caos

El cielo se tornó oscuro, una intensa niebla se apoderó de toda la zona en la que se encontraban, apenas podía verse a mas de unos pasos de distancia. El grupo de aventureros que habia venido a explorar el estas tierras apartadas, se quedo un tanto sorprendido, ¿que provocaba este cambio repentino en el ambiente? Parecía como si estuvieran en las peligrosas tierras del Bosque de la Muerte, pero se encontraban a bastante distancia, un lugar llamado el Valle de los Santos.

-He oido historias de estos cambios repentinos, algo relacionado con una espada maldita-
Comentó uno de los aventureros.
-Esperemos que no sea eso, he visto atrocidades causadas por esa espada, un descontrol del que osa empuñarla, ni si quiera los mas allegados están a salvo. Lo mejor que podemos hacer es marcharnos de aquí lo antes posible. -Respondió su compañero.

Tal como proponía la marcha de ese lugar, podía apreciarse como la luna comenzaba a sufrir un terrible cambio, era una luna brillante, plateada, como todas las noches de luna llena, pero
comenzaba a ponerse roja, un rojo que solo traía a la mente una cosa, el color de la sangre
derramada por el suelo. Unos instantes después comenzó, a resquebrajarse por la mitad, como
cuando abres un parpado, dando lugar a un enorme ojo, de un color dorado oscuro, con una mirada aterradora fijó su mirada en el grupo de aventureros.

Aterrados por esa visión, quedaron congelados, no sabían que hacer, pero no podían quedarse ahí. Uno de ellos comenzó a andar hacia adelante seguido por el resto del grupo, poco a poco aceleraron el paso, hasta que pararon en seco. Podían apreciarse unas sombras, no mas de tres, plantadas ahí delante, inmóviles, parecían estatuas, hasta que uno de ellos hizo un gesto y soltó un leve grito. El grupo se puso a la defensiva, querían estar preparados para lo que se les echase encima, en ese instante, uno de los seres que solían cazar por la zona paso a toda prisa por entre sus filas, sin detenerse a atacar a ninguno de ellos, justo en dirección a las tres sombras. Otra de las sombras se movió, lanzando un instante después una extraña masa blanca en dirección al monstruo que instantes antes había cruzado la formación de los aventureros, el animal cayó inerte en el suelo, y la sombra comenzó a acercarse al cuerpo, se detuvo a unos pasos de el, levanto los brazos y pronuncio unas palabras inentendibles pero solo con escucharlas entraban escalofríos por todo el cuerpo. El cadáver comenzó a agitarse cada vez mas rápido, como si tuviera algo en su interior que quisiera salir, podía apreciarse como iba rompiéndose la carne, hasta que una explosión deshizo todo lo que quedaba de carne, músculos y piel, dando lugar a un esqueleto. El engendro infernal se quedo mirando al grupo, con sus ojos rojos como su la luna hubiera entrado en cada una de sus cuencas oculares. Una leve susurro fue suficiente para que el esqueleto se abalanzara sobre el grupo de aventureros. Una lluvia de flechas cayó sobre el esqueleto, pero las flechas no eran útiles, pasaban entre sus huesos como si nada. Ya lo tenían encima cuando uno de los guerreros lanzo tremendas estocadas sobre el esqueleto, comenzando una dura batalla con el engendro.

Esto solo fue una distracción, porque tal y como el esqueleto llego al grupo, las sombras
comenzaron a moverse hacia ellos, primero lentamente dejando a la vista que no solo eran tres,
cinco sombras mas aparecieron detrás. En ese instante, las dos primeras figuras corrieron hacia el grupo con un gesto torcido en el rostro, estaban poseídos, solo querían sangre, solo querían matar. Iban equipados con tremendas lanzas que balanceaban de un lado a otro, alcanzando a casi todo el grupo de aventureros, hiriéndolos a prácticamente todos. En el descontrol de la batalla el resto de las sombras se hicieron visibles, dejando lugar al resto de atacantes, dejando lugar a una lluvia de flechas y magias que comenzaron a asolar el grupo de enemigos, que caían uno tras otro, no podían hacer nada, por mas que golpeaban a los dos lanceros no conseguían hacer que cayeran, solo podían huir, correr para salvar sus vidas.

Solo quedaban tres en pie, que comenzaron a correr en dirección opuesta a la que estaban los
endiablados adversarios. Uno de los atacantes comenzó a correr tras ellos, encantado con las mas
perversas artes, corría mas que ellos, alcanzando al mas rezagado de los tres, el cual solo pudo
girarse y ver como la hoja curva de una daga se le incrustaba en la garganta, dejándolo en el suelo sangrando hasta morir. Solo quedaban dos.

Uno de ellos, invocó a un ser místico, al cual se montó y desapareció en la intensa niebla, dejando al ultimo de los aventureros solo ante el caos de la batalla que acababa de producirse. Solo quedaba el, no podía hacer nada, moriría, pero si intentaría llevarse con el a alguno de sus enemigos. Apretó con firmeza el arco, se concentró al máximo, debía ser eficaz, solo disponía de dos flechas y el asesino de la daga se le acercaba. Tensó la cuerda, apunto en el centro del pecho y soltó la flecha. Directa en el blanco, un crujido en el pecho del daguero le hizo tambalearse, mientras miraba como la sangre manaba de la herida, solo pudo ver eso, instantes después cayó al suelo sin conocimiento.

El arquero no advirtió que mientras se fijaba en el daguero, el resto del grupo atacante ya
prácticamente le había alcanzado, disparo su ultima flecha contra uno de los lanceros, sin resultados efectivos. No tenia munición, solo le quedaba la daga, la cual extrajo de debajo de sus ropas y se abalanzó sobre los enemigos. Lleno de orgullo, intento avanzar unos metros, pero tres flechas le atravesaron el pecho, haciéndole retroceder de golpe, cayendo al suelo.

Para su horror lo ultimo que vio fue como el Dominador de los Muertos, se le acercó y con una
sonrisa perversa en el rostro, comenzó a pronunciar las mismas palabras que cuando apareció el
esqueleto...

Vince

A pesar de ser pleno verano, la noche se tornó frío y oscura, una niebla espesa ocultaba la entrada a las Ruinas Elficas. Los seis maestros estaban a la espera de ver si Vince había culminado su misión con éxito, si había conseguido los favores del antiguo Dios Elfico que residía en las ancestrales ruinas de la Isla de Talkin.

Había pasado mucho tiempo desde que se introdujo en las ruinas, entro al atardecer, y lo normalhabría sido que en un par de horas hubiera salido de nuevo, pero ya hacia unas tres horas quesobrepasaba la media noche. Los maestros comenzaron a preguntarse si habían hecho bien endejarle hacer la prueba a tan pronta edad, pero sus habilidades en el cambo de batalla le daban buen crédito. Sorprendidos por su tardanza propusieron enviar un grupo en busca del muchacho, quería saber que le había sucedido. Cuando estuvieron dispuestos, divisaron una figura en la entrada de las ruinas, una sombra que se veía a través de la niebla.

-Debe de ser el muchacho.- Inquirió uno de los seis maestros.
-¿Seguro? O ha cambiado mucho en su estancia ahí abajo o no es el. Parece mas grande y poderoso, no puede haber cambiado tanto en tan poco tiempo, no puede ser el.
-Tonterías, quién iba a ser si no. El Dios Elfico le habrá bendecido bien, hahahahahhahaah.-
Rió el tutor de Vince.

En ese mismo instante surgió andando pasivamente pero con un paso duro y firme, con las dos
manos asiendo con tremenda firmeza una gran alabarda y con el cuerpo cubierto por una poderosa armadura que solo dejaba al descubierto la cabeza. Para sorpresa de los maestros, en su rostro no se reflejaba alegría o satisfacción, no presentaba emoción alguna, pero sus ojos parecían distintos. Una mirada petrificadora, fría como un glaciar, que no auguraba buenas intenciones.

El grupo viendo esa figura aterradora comenzó a retroceder y a desenvainar sus armas, eran
expertos guerreros, pero jamás habían visto nada semejante. Se les aproximaba al mismo paso todo el tiempo, hasta que sin apenas darse cuenta, se abalanzo sobre el grupo blandiendo su alabarda en alto.

Los seis maestros, expertos guerreros, no tuvieron problemas en bloquear la embestida del chico, bloquearon la lanza sin problemas con sus escudos y lanzas, pero no atacaron, no querían herirle, quizás estaba confundido por el trance al que se le somete a los guerreros que piden el favor al Dios Elfico. Durante unos minutos no paso a mayores, eran golpes de lanza por parte de Vince y bloqueos sencillos. Repentinamente, Vince se quedó quieto, como si no estuviera en una lucha, como si no estuviera en su cuerpo, los maestros aliviados pensaron que se había recuperado del trance, pero en su rostro apareció una mueca, similar a una sonrisa, pero de aspecto diabólico, sus ojos se tornaron de un color oscuro, casi negro y bajo su poderosa armadura sus músculos se tensaron y prepararon para un tremendo ataque.

El grupo se percató del cambio que había sufrido el rostro del muchacho, y pretendían apartarse unos pasos, pero no les dio tiempo, en un pequeño lapso de tiempo, un rayo recorrió la lanza, luego otro, y así hasta cuatro, y sin la mas mínima interrupción dio un giro completo que abarco a los seis objetivos, dándoles un tremendo golpe que los dejó aturdidos durante un tiempo. Un tiempo que aprovechó para soltar otro tremendo golpe, esta vez mucho mas fuerte que desgarro el brazo derecho de uno de los seis maestros y que le rompió el cráneo a otros dos. Envuelto en un halo de furia y locura comenzó a dar giros sobre si mismo, con la alabarda como si fuera una extensión de su cuerpo golpeando repetidamente las defensas de los tres maestros que quedaban en pie, los cuales ya se habían recuperado del shock que les produjo el primer impacto. No eran capaces de detener semejantes acometidas, solo podían interponer el escudo para que el golpe no fuera mortal.

Con el siguiente ataque rompió los tres escudos de sus adversarios, los cuales veían con terror
como aparecían de nuevo los relámpagos en la albarda y un instante después, perdieron todo
conocimiento por unos segundos, unos segundos en los cuales perdieron también la vida, pues de
nuevo ejecuto el poderoso ataque, esta vez a media altura, segando por la mitad los tres contrincantes que quedaban de pie, aturdidos, inconscientes, muertos...

La adrenalina todavia corria por las venas de Vince cuando se giró para rematar el maestro que tenia el brazo desgarrado. Se había apartado un poco e intentaba tapar la herida, pero por falta de fuerzas o por terror, no fue capaz de levantarse. -Porqué Vince, porqué.- fue lo único que pudo pronunciar el maestro.

Con una sonrisa terrorífica en el rostro dijo:
“ El Caos reina ahora en las ruinas viejo maestro, vuestro dios ha sido destruido por mis propias
manos. El Caos fluye por mi cuerpo, me da un poder que jamas entenderás. Pronto otros miembros como yo sembraremos estas tierras de muerte, de sangre, para deleitarnos con el desorden y la anarquía, con el caos que reinaran las tierras, nosotros seremos los mensajeros, somos los Hijos del Caos. “

Mientras pronunciaba las ultimas palabras, lanzó su alabarda al aire y la cogió justo por debajo de la cabeza afilada, usando el mango como extremo ensartó a su maestro moribundo...