Hola a todos y bienvenidos a mi Blog. Aqui reuno las historias que me da por escribir, son historias relacionadas con el Lineage 2 y mi servidor Eria. Espero que disfruteis leiendolas como yo lo he hecho escribiendolas.

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Bueno he puesot un nuevo formato de blog que hace mas llevadera la lectura, ya que extiende mas el texto.

Las historias estan puestas por fecha, asique en algunas que tienen continuacion esta primero la ultima de ellas, seleccionarlas desde le menu, ais no os leereis antes el final que el comienzo.

jueves, julio 05, 2007

Nuevo resurgir de Eria. Primera parte: El Balor

Siglos han pasado desde que las hordas de la oscuridad y el ejercito de la luz comenzaron sus primeros combates en las tierras de Eria. Mucha sangre ha sido derramada desde entonces, muchas tierras han sido devastadas por el paso de los ejércitos de la Horda, en su anhelo de dominar y sembrar el caos por todo el vasto mundo de Eria. Estas continuadas guerras han llevado a la desesperación a ambos bandos, ya que ninguna de las alianzas ha sido capaz de declinar la balanza a su favor, todo sigue en el punto en el que comenzó.

Hartos de tanta igualdad, los dioses de cada una de las seis familias de la Horda de la Oscuridad deciden reunirse para intentar encontrar una solución esta pésima situación. Necesitan obtener el control, anhelan destrozar todo lo que encuentran a su paso, matar a cualquier ser inferior por solo el placer de ver salpicar la sangre en sus perfectas armaduras. Pero la Orden del Roble y el Acero es un duro obstáculo para completar este cometido, tan duro que llevan siglos intentando aniquilarlos sin éxito. Resguardados en sus castillos, los Elfos y Humanos son unos blancos difíciles de abatir, a parte, con el paso de los años han mejorado sus artes en el combate, fortalecidos gracias a la alianza, los Elfos, aunque bondadosos, son unos duros combatientes y expertos luchadores, que han transmitido sus conocimientos a los humanos para luchar contra la Horda de la Oscuridad.

Tras varios días de deliberación y de propuestas sin sentido, deciden invocar a los espíritus ancestrales para pedir consejo. Los hechiceros Drow y los Shamanes orcos comienzan con los preparativos necesarios para conseguir establecer un vinculo entre ambos mundos, el espiritual y el material. No es una tarea demasiado complicada, pero si arduamente peligrosa, el mas mínimo descuido puede generar un desequilibrio fatal y llevarse a los invocadores al mundo espiritual.

Con todo listo para comenzar el ritual, los hechiceros y shamanes se colocan en posición y comienzan con las letinas inentendibles para cualquiera. Tras varias horas, comienza a verse una luz amarillenta en el centro del circulo formado por los 4 místicos, la cual se va haciendo mas y mas grande, a la vez que se va apreciando la figura de un rostro medio desfigurado. Uno de los shamanes orcos comienza la comunciacion con el espiritu, pidiendo consejo para poder aniquilar de una vez a la Orden del Roble y el Acero.

  • Decidme, que podemos hacer para destrozar y aniquilar las filas de nuestros enemigos- Preguntó uno de los shamanes orcos.
  • Tanto anheláis poseer el control de estas tierras que osáis pedirnos ayuda?- Contestó el espiritu con una voz grave y ronca.- Debéis de estar desesperados.
  • Muchos años han pasado desde que se comenzó esta batalla, no es que nos desagrade la idea de poder dar muerte a un sinfín de elfos y humanos, pero ya no llena nuestra ansia, necesitamos dominalos, esclavizarlos, hacerles sufrir, humillarles en sus propias casas, destrozar todo aquello que quieren.- Dijo con voz pausada la hechicera drow de mas edad.
  • Debo daros una respuesta, ya que me habéis invocado, pero es una respuesta que no puede agradaros,o quizás si. -Manifestó el ser.- Podéis llamar al Balor, uno de los demonios mas sádicos que existen en todos los planos de existencia. Pero nunca podréis controlarlo, solo darle la libertad de entrar en vuestro mundo, que sacie su sed de sangre con vuestros enemigos. Pero como ya os dije, es algo muy peligroso.-Esto fue lo ultimo que dijo antes de desvanecerse sin dejar rastro alguno.

Teniendo en manos la nueva propuesta, los seis dioses comenzaron a discutir si debían o no invocar al Balor, si querían arriesgarse a sacar a la bestia de su plano, para que acabe con sus enemigos. Era mas que probable que el demonio no les hiciera caso e incluso que se revelase contra ellos, haciendo realidad sus peores pesadillas. Anhelaban por encima de todo ver las tropas enemigas masacradas y desguazadas por algo a que no podían ni imaginarse hacer frente, algo aterrador, que con solo mirarlo ya sientas sus garras rasgandote la piel del pecho. El mero placer de ver la cara de sus enemigos desfigurados por el terror, merecía tal riesgo. Lo habían decidido, invocarían al Balor.

Varios días pasaron antes de que todos los preparativos estuvieran listos, cada uno de los seis dioses liderando sus ejércitos cumplió con su parte de los preparativos. Ahora, en lo mas profundo de la Forja de los Dioses concentraban todo su poder, tanto los dioses como los millares de leales súbditos que conformaban su ejercito, necesitarían el máximo de concentración, si algo salia mal, podría ser desastroso para ellos en vez de para sus enemigos. Tal como pasaban los segundos iba aumentando el volumen de la voz de los seis dioses que pronunciaban las entonaciones para la invocación del Balor al mundo material, a su vez las llamas que los rodeaban, las de las profundidades de la tierra comenzaban a tornarse azules a medida que aumentaba el ritmo frenético de los cantos.

De repente, todo comenzó a temblar, provocando que las estalactitas se precipitasen sobre las masas del ejercito reunido. Ya habían previsto que podría ocurrir esto, así que los shamanes orcos crearon una barrera de protección sobre todo el ejercito ahí reunido provocando que las estalactitas se desintegrasen contra una barrera de energía invisible, sin causar daños. Los temblores se volvian cada vez mas fuertes y se podía apreciar como iba desapareciendo la luz que generaban las llamas del gran recinto, disminuía paulatinamente dirigiendo sus haces hacia el centro del circulo formado por los seis dioses generando una circunferencia azulada, ondeante y que parecía absorber toda la luz de la sala.

La oscuridad comenzaba a dominar de sobremanera toda la sala, dejando solo a la vista la circunferencia azulada, era la puerta que unía ambos mundos. Los dioses entraron en un absoluto silencio, seguían sentados en la posición inicial, en plena concentración, con los ojos en blanco y la cabeza agachada. Un nuevo estruendo altero a las tropas, esta vez provenía directamente del portal, haciendo que las filas mas cercanas cayeran al suelo. Con el estruendo salio un amplio haz de energía de cada uno de los seis dioses, directos al centro del portal de invocación, finalizando así la invocación del Balor. Al instante cesaron los estruendos y los seis dioses cayeron rendidos en el suelo por un instante, habían depositado casi todas sus energías en la invocación. Ahora estaban todos atentos, mirando fijamente el portal, deseando que de el saliera su arma destructiva para poner fin a la existencia de los Hijos de la Luz.

A los pocos minutos podía apreciarse que el portal comenzaba a cambiar de color, pasaba del color azulado a un rojo intenso, y como comenzaba a desfigurarse mientras lo atravesaba el demonio. Los ojos asombrados de los miles de soldados no se apartaban del portal, podían apreciar como aparecía un tremendo cuerno que era de grande como un orco adulto. Las tropas comenzaron a ponerse nerviosas, no esperaban que fuera algo tan grande. Pasaron del nerviosismo al terror en tan solo cinco segundos, el tiempo que tardo el Balor en salir, con una velocidad impresionante, del portal, el cual se cerro inmediatamente después. Era algo inmenso, su único cuerno rasgo por completo la parte superior de la caverna, sus enormes patas estaban suspendidas en el aire, amenazantes por encima de las tropas, mientras batía sus enormes alas en el aire.

El Balor contemplaba toda aquella masificación con ojos recelosos, hacia mucho que no entraba en este mundo, y aquella vez salio mal parado, perdió uno de sus cuernos en la lucha contra uno de los grandes dragones que habitaban Eria. El combate con acabo con ningún vencedor, ambos se retiraron malheridos.

Su ansia de poder crecía por momentos, ver aquellos diminutos seres tan al alcance de su ira, tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no matarlos en ese mismo instante, no antes de saber porque estaba aquí, porque le habían abierto la puerta a este mundo, de nuevo. Vio a los seis integrantes del circulo de invocación, debían de ser los lideres de todo aquel gentío. -Porque me llamáis a este mundo.- Pregunto mediante telepatía a los seis dioses al unisono. Estos quedaron perplejos, a pesar de no haber hablado, su telepatía resonaba como su voz, dura, irritante, pero clara. Ninguno de los seis tuvo la serenidad de contestar, pero no les hizo falta, el Balor solo necesitaba que uno de ellos lo pesase. "Aniquilar a los Hijos de la Luz", retumbaba en la cabeza de los seis dioses.

Era una grata idea, aniquilar toda una raza, toda una existencia, le llenaba de placer el solo pensarlo, devastar sus ciudades con solo sobrevolarlas, escuchar los gritos y las suplicas a los dioses. En ese instante, lleno de furia y de ansia de sangre, se dio cuenta de un pequeño detalle, debajo de el había una masificacion de orcos y drows, aterrados, inmóviles, cautivados por la majestuosidad de tan tremendo ser, ¿porqué no comenzar su juego de devastación y masacre con ellos? Eran los que le habían abierto el portal, pero eso era solo un pequeño detalle, necesitaba poner en practica sus perversas artes de nuevo.

Impaciente el ejercito de la Horda miraba hacia arriba, al gigantesco Balor, que pasaría por su cabeza, los miraba sadicamente, claro esta que era un engendro del infierno, no podía mirar de otra forma. Miraban atónitos, y se percataron de que el batir de sus alas iba disminuyendo paulatinamente, hasta que en un instante, ceso por completo, precipitando sus enormes patas sobre todos ellos, solo con la caída, una tercera parte del groso ejercito cayo fulminado, chafado debajo del enorme demonio. El caos comenzó a reinar entre las tropas, huían por donde podían, resguardándose en grietas o túneles, el Balor inhalo profundo y exhalo una tremenda ráfaga de fuego que ilumino la estancia por completo, y a su vez abraso a gran parte de los que todavía no habían encontrado refugio. Los seis dioses tomaron sus armas, para hacer un inútil intento de menguar el ataque sobre sus tropas, pero no dio resultado, con una simple mirada del Balor, los seis cayeron sumisos en una terrible maldición, una tortura mental, esta era una de las cosas que mas le gustaban al demonio, ver el rostro de dolor mientras liberaba toda su crueldad en los pensamientos de sus victimas. Morirían de dolor.

Solo unos pocos lograron escabullirse en lo mas profundo de las montañas, lejos del alcance del fuego devastador del Balor. Satisfecho por su masacre entre las filas de la Horda, y habiendo aniquilado a prácticamente todos los presentes, el Balor concentra sus energías para salir de esta sala inmensa en lo mas profundo de la Forja de los Dioses. Su cuerpo se cubre de fuego extendiendo los brazo hacia los lados, y mirando con la cara hacia el techo de la caverna. El fuego cubrió por completo su cuerpo, en ese instante, el Balor suelta un gemido tremendo y envía una tremenda honda de fuego hacia el techo, haciéndolo añicos y dejando libre su vía de escape. Ahora es libre, libre de sembrar su ira por todas las tierras que le rodean.

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